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Busquets, ‘El cuarto hombre’

Sergio Busquets ha dicho que se va y ahora la familia barcelonista se sentirá más sola. La liga española lo echará de menos, el fútbol europeo lo extrañará. Dentro de poco Busquets jugará en Estados Unidos o se aburrirá en Arabia Saudita, y me temo que lo perderemos de vista: su juego no se puede resumir en un vídeo de tres minutos en Instagram, aunque sin duda mejorará al equipo que le tenga en sus filas. Porque Busi es como El Lobo, ese personaje de Pulp Fiction que siempre aparece cuando se le reclama, en el momento y el lugar adecuados, para hacer su trabajo sin perder la compostura ni la etiqueta. Técnica, táctica, rapidez mental, influencia en el juego con y sin balón, pausa correctora en el ritmo del grupo: su repertorio es irrepetible.

Todos estos años Busquets fue El cuarto hombre, el seguro detrás de Xavi, Iniesta y Messi. Con él se marcha el último superviviente de ese Barça que ganó una Champions en Wembley, frente al Manchester United, predicando un estilo que convirtió nuevos adeptos al fútbol. Ahora el centro del campo del FC Barcelona nos parecerá más grande, con más espacios, y entre todos caeremos en el error de buscarle un sustituto. Empresa inútil. Después de Busquets habrá aproximaciones, imitaciones, jugadores de mérito que repitan algunas de sus cualidades. Aprendices y continuadores no han faltado ni faltarán. A lo largo de estos 15 años, los buscadores de oro en las categorías inferiores del Barça han nombrado varios discípulos del mediocentro: Oriol Romeu, Gerard Gombau, Sergi Samper, Jandro Orellana, Oriol Busquets… Todos tenían cualidades y futuro, todos se inspiraban en el maestro, pero ninguno está hoy en el Barça. Saldrán también nombres extranjeros, apuestas que un algoritmo neutro decidirá que tienen su perfil, pero quizá la gran herencia de Busquets sea su inicio: ese día en el que Pep Guardiola le hizo debutar, como titular, subido directamente del filial en Tercera División, porque había visto algo único en ese chico. Fútbol de kilómetro cero.