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Bueno, pero inglés

Cuando se habla del posible fichaje de Kane, lo primero que mucha gente señala es una obviedad que suena a obstáculo insalvable: “Es bueno, pero inglés”. Y con esto uno ha de entender una miríada de complicaciones que su fichaje entraña. Es cierto que los jugadores de la Premier, al salir de su competición, han sufrido algunos problemas de adaptación. El historial está ahí. Owen solo duró una temporada y siempre dio la impresión de ser un pez fuera del acuario. Beckham estuvo cuatro, pero solo levantó una Liga en una época convulsa del club. Woodgate pertenece a esa lista de fichajes malditos, junto a Chygryinskiy o Prosinecki. En el Atlético, Trippier se fue al Newcastle a mitad de temporada al poco de salir campeón, dejando al equipo sin lateral y con la impresión de no haberse despedido ni con un post-it en la taquilla. Por no hablar de todos esos fichajes ruinosos de talentosos jugadores ingleses en los noventa que traumatizaron a una generación y disuadieron a clubes continentales de intentar pescar en aguas de la Premier. McManaman, con su aspecto de librero en Notting Hill y su ficha millonaria, sí que funcionó, siendo tal vez esa excepción que confirma la regla. Encajó tanto que ahora hasta hace anuncios con el niño mallorquín entusiasta de los pilotes, lo que bien podría ser el argumento de una novela de Nick Hornby.

Bellingham, en cambio, nos parece menos inglés que Kane porque ha pasado por la Bundesliga varias temporadas y eso nos deja mucho más tranquilos, por algún extraño motivo. Lo vemos como un Erasmus provechoso. Ha hecho prácticas fuera y creemos que es suficiente para que no sufra un ataque paralizante de morriña a mitad de curso. Se ha ido de campamento. Pero Kane nos resulta sospechoso, demasiado ariete inglés, hasta crouchiano. Desconfiamos de que sea el ídolo local y que lleve en la Premier tanto tiempo. Nos recuerda peligrosamente al ‘caso Owen’ (aunque tuvo que competir nada menos que con Raúl, Ronaldo y Morientes). Incluso a Bale, por eso de ser del Tottenham, de quien se habla injustamente en términos de fracaso tras su salida tumultuosa, pese a noches estelares en Lisboa o Kiev.

Harry Kane y Jude Bellingham, jugadores de la Selección inglesa, durante un partido.
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Harry Kane y Jude Bellingham, con Inglaterra.CARL RECINEREUTERS

Los clichés son peligrosos y caer en ellos es la mejor manera de perderse la verdad y la esencia que habita en los detalles. Conviene analizar los casos de uno en uno, no coger el rábano por las hojas. Como también es cierto que una alarma a tiempo para detectar patrones, comportamientos y errores del pasado puede ser algo útil. Especialmente en el fútbol, donde la superstición y las corazonadas se disfrazan de análisis y certezas.

Tenía un peluquero que siempre se refería a su admirado McManaman como “el Inglés”, nunca por su nombre, sospecho que para no encariñarse demasiado con él por si daba la espantada o acababa siendo un fiasco total. Tal vez podría ser Kane el que enterrara del todo esta fama controvertida, y seguramente injusta, del típico futbolista inglés. O ser el que la perpetúe.