Bilbao, sinónimo de felicidad

Bilbao, la ciudad de los eventos, se prestó como plató de un acontecimiento memorable. Una final de Champions femenina que anticipa la masculina de 2025 en el formato de la Europa League. Es el canje por haberse quedado sin Eurocopa para una capital con el inicio de un Tour, un Mundial de baloncesto, finales europeas de rugby... La ciudad del Guggenheim es sinónimo de felicidad. Aún andaba de la resaca por la añorada Gabarra y tuvo que mudar su habitual rojiblanco por el azulgrana durante dos jornadas imborrables.

Se le puso todo en bandeja al Barça: un gran estadio, un día muy luminoso con 30 grados, el apoyo de la afición local... El desplazamiento culé fue histórico, unos 40.000, más o menos al nivel de la final de Copa Europa masculina en 1986, con 45.000 fieles. Se batió el récord de una final de Champions femenina. 50.827 personas han acudido a San Mamés este 25 de mayo, por encima de las 50.212 del Olympiastadion de Múnich en la final de 2012, un feudo en el que caben 70.000. Poca gente del Lyon porque les pusieron la final de Copa francesa masculina ante el PSG el mismo día ¡Vaya ideas!

El Barça, acostumbrado a arrasar en la liga española, se encontraba con su bestia negra. Una cita que no se va a ir de la retina en muchos años. Cinco encuentros le ha costado doblegar al gran ogro mundial, para inaugurar una nueva dinastía mundial. Las reinas, las dueñas del Balón de Oro, tomaron la palabra y resolvieron la final. Aitana y Alexia, juntas para ganar todo lo posible por parte del Barcelona. Un póker maravilloso. Son eternas. Respondieron en un partido grande como lo que son, las mejores del planeta. La historia cambió su rumbo.

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