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Bienvenido a España, Pau

De las cosas más increíbles que dijo el seleccionador De la Fuente (vestido de catequista, que es una forma muy española de ser seleccionador español) fue aquella de que nadie se fija en el carnet de identidad de los convocados para, eso, convocarlos a la Selección Nacional de Fútbol. Lo decía por Pau Cubarsí, menor de edad, casi un indocumentado, diecisiete años, fuerte, moreno, estrellón, el mundo por montera y estandarte reciente de un Barça cuyos referentes han oscilado desde el entrenador estresado al niño brillante. Pronto, si las cosas fluyen como suelen fluir en España, le preguntarán aquello de “qué dice tu DNI”, invitación al estrellato que Madrid dedica a aquellos españoles fuera de España, es decir: a los madrileños de fuera de Madrid.

Mientras eso ocurre, a Luis de la Fuente (vestido de catequista, que es una forma de dar el cante como otra cualquiera) le preguntaron los periodistas por Brahim. Insistentemente. Hasta cinco preguntas consecutivas sobre el temita, como si el extremo malagueño del Real Madrid fuese Nacho. O Mariano. O Rafael Martín Vázquez. Lo contó Antón Meana en la ‘SER’ y yo miré al taxista como diciendo las cosas de palacio no sé si van despacio, pero son las cosas de palacio. “¿Tarjeta o efectivo?”, me preguntó él. España es un eterno y sonrojante debate entre el bien y el mal, entre el Real y el Madrid, entre escuadra y cartabón.

Pero volvamos a Cubarsí, casi indocumentado, diecisiete años, fuerte, moreno, estrellón, el mundo por montera y español por aquellas cosas que dicen el DNI, que no sé yo si siente o si padece la españolía, pero lo importante es que se impone y marca la raya de su territorio en límites anteriormente fijados para mayores de edad y conquistadores. Dice la crítica catalana que es Dios y a la crítica catalana solo se atreve a criticarla Xavi Hernández, que es crítico en sentido literal y figurado. Qué gran país este en el que un millonario se atreve con un cronista pero jamás con un polaco, por muy goleador que sea. O con un holandés, aunque se peine como un catequista. Bienvenido a España, Pau. Y al Barça. Y a nuestros corazones.

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