Benzema/Courtois, la vida sigue igual
Pocos goles, muchos empates, escasas novedades y una constante que se mantiene: Benzema es feliz en el Real Madrid. Días después de acabar el Mundial, anunció su retirada de la selección francesa, con la que ha mantenido una relación discontinua y tensa, para enfocarse en sus quehaceres con el equipo donde ha alcanzado todo su esplendor como futbolista. En el mismo año que ganó el Balón de Oro no pudo disfrutar del recorrido en el Mundial de Qatar, entre los elogios constantes a Giroud, que en Francia sonaban como reproches a Benzema. De alguna manera ha sido una relación tan complicada como la de Messi con la selección argentina, pero sin la satisfacción final. Las alegrías se corresponden con sus éxitos en el Real Madrid.
Marcó los dos goles en Valladolid y ofreció la misma impresión de soltura y astucia que en sus mejores días, nada lejanos por otra parte. Tiene 35 años, pero no transmite ningún síntoma de declive. Al contrario, su pujanza y liderazgo resultan tan notorios que cada temporada mejora a un jugador que ya parecía inmejorable.
Resolvió un partido complicado, demasiado abierto para el Madrid, bien jugado por su rival, que dispuso de oportunidades y obligó a dos paradas sensacionales de Courtois, otro jugador que encuentra en el Madrid las satisfacciones de las que no ha disfrutado recientemente en la selección belga. Courtois salió del Mundial sin dejar noticia de su excepcional categoría, víctima de la implosión de su equipo, ajado y con numerosos conflictos internos.
Courtois y Benzema han regresado al hábitat que les permite distinguirse en la alta sociedad del fútbol. Siguen donde estuvieron en el pasado curso, donde fueron decisivos tanto en la Liga como en la Copa de Europa. Un gran portero y un extraordinario delantero, el material perfecto para recorrer la temporada. El Madrid se aprovechó de los dos en Valladolid, en un partido con poco control, algunos cambios en la alineación por el efecto Qatar, y la irregularidad en el desempeño del equipo.
Al Madrid le faltó control, carencia que benefició al Valladolid, activo, rápido y amenazante. La diferencia radicó en el volumen de la plantilla. Ancelotti miró a la derecha y encontró sentados a Rodrygo, Modric, Camavinga y compañía. Pacheta no tenía tanto lujo en el banquillo, y se notó, a pesar del esfuerzo general del equipo, con un chico de 18 años a la cabeza.
Si Benzema y Courtois se distinguieron sobre el resto, el duelo más apasionante del encuentro lo mantuvieron Vinicius y el joven lateral Iván Fresneda. El combate duró hasta que Fresneda se trasladó a la izquierda, por necesidades del guion. Hasta entonces había ganado a los puntos. Jugada tras jugada, Vinicius intentó con Fresneda lo que ha logrado con tanto éxito frente a la mayoría de laterales del mundo. Esta vez no lo consiguió. Con un físico perfecto -mide 1,81, es rápido y compacto-, se las apañó para desactivar al extremo brasileño, que no pudo ocultar su frustración en varios momentos.
Los goles llegaron tarde, con los mundialistas en el campo y Benzema decidiendo. Goles para la rentrée y para igualar al Barça, que marcó pronto y se enredó después en el derbi. Si su plan de salvación pasa por la Liga, no dejó buenas sensaciones. Es un Barça inseguro. Le afecta cualquier cosa, y no es cosa pequeña encontrarse a Mateu Lahoz en un partido. El hombre quiere controlar todo y cada vez termina más descontrolado. Es un árbitro temible, especialmente contraindicado en partidos de alta tensión o equipos con la piel muy fina, como este hipersensible Barça.