Bastante me parece
No siempre se presenta uno en los sitios como le gustaría, sino como puede, cuánto más en una primera cita. Y qué, si no, es el debut liguero para un equipo como el Barça, obligado cada año a causar la mejor impresión desde el minuto uno, como si los futuros suegros siempre estuviesen presentes y dispuestos a descabalgar cualquier acuerdo, cualquier amor, cualquier sana intención de algo.
Ocurre en este Barça de entreguerras que acude al armario, en busca de algo sostenible que ponerse, y siempre aparece el traje del cruyffismo, el traje del abuelo, ese traje que se ve elegante y poco roído, ese traje que parece sentarle bien a cualquiera... Pero no. Basta con darse dos vueltas frente al espejo para darse cuenta de que el corte de Johan necesita de unas hechuras muy concretas, de ese je ne sais pas natural que algunos tienen y la mayoría no. Comprar es inviable, la tarjeta ya no tira, y así es como llega uno a Valencia pensando en pasar desapercibido y casi firmando el empate, que siempre es un mal menor y más en esta vida perra que casi nunca da chance a los poco agraciados.
Nadie sabe a ciencia cierta el tipo de traje que se le prometió a Flick durante las negociaciones que desembocaron en su fichaje, pero el que tiene es el que hay, al menos de momento. Con esto y su mejor cara –no como otros– se presentó en Mestalla a mediados de agosto, que siempre es mala fecha para los compromisos, y compitió como se compite en las pistas de baile de los pueblos: con desparpajo y cierta determinación, que es lo que te asegura la juventud, bendita sea. Los otros, los veteranos como Robert Lewandowski te proporcionan certezas, que en su caso son goles, y con eso hay que tratar de competirle la Liga al Madrid de Mbappé, Vinicius, Bellingham, el techo retráctil y el nacionalcatolicismo. Y al Atleti del Hombre Araña. Y a quien se ponga por delante.
Ganó el Barça, con misterio y esfuerzo, con gente de la casa y zapatos pesados, como heredados de un tío. Y nadie podrá decir que salió de Mestalla casado, pero sí Casadó: bastante me parece.