Barça: el orden de los factores sí altera el producto
El nombre Barça ya no gana en el porcentaje de titulares en la prensa. Se imponen Lamine, Raphinha, Rashford, Fermín…


En el Barça, y al contrario que en la multiplicación, el orden de los factores sí altera el producto. En un proceso casi milagroso, Flick convirtió los trozos de barro que habían sobrevivido de la anterior etapa en una bella vasija la temporada pasada. Nadie habló durante meses de un jugador por encima de otro. La experiencia random incluía a desconocidos como Casadó, Bernal, Gerard Martín. Todos encajaban en un engranaje en el que el equipo siempre estuvo por encima de las individualidades. El mejor Raphinha fue producto del equipo, la segunda juventud de Lewandowski correspondió a un caudal permanente por las bandas; Lamine fue alimentado por Koundé, Pedri y quien correspondiese… Las exhibiciones del Barça fueron corales. El fútbol colectivo, multiplicado por el talento individual, le puso en las alturas.
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El Barça empezó la temporada escribiendo torcido y sigue así. Flick lo avisó: “Los egos matan el éxito”. Sería precipitado decir que ya es demasiado tarde, pero empieza a resultar evidente que, si es el talento individual el que debe multiplicar al colectivo, el resultado es cero. Este Barça que ahora circula ya a cinco puntos del Madrid, y que ha perdido también contra el otro gran equipo al que se ha enfrentado este curso (PSG) ha equivocado el relato y debe regresar a los orígenes. El nombre Barça ya no gana en el porcentaje de titulares en la prensa. Se imponen Lamine, Raphinha, Rashford, Fermín… Todos empiezan a salir antes que lo realmente importante. Y en esa confusión de los factores está empezando a descarrilar el Barça.
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