Aston Martin se desinfla
Del “this is a lovely car to drive”, que dijo Fernando Alonso tras el inaugural GP de Baréin, allá por marzo, al “nadie está contento”, que reconoció Mike Krack en el último GP de México, han transcurrido casi ocho meses de un inexplicable descenso de Aston Martin, que ha pasado de ocupar los podios e incluso de luchar por el triunfo, a pelear por evitar las últimas posiciones de la parrilla. El ilusionante rendimiento de Alonso, que ha subido siete veces al cajón, seis de ellas en las primeras ocho carreras, empujó a pensar en la conquista de su 33ª victoria en la Fórmula 1, un objetivo al alcance en el pasado, imposible en el presente, y enigmático en el futuro. ¿Qué ha ocurrido?, es la pregunta insistente en el paddock. Sin respuestas.
Las mejoras introducidas en Austin, que mostraron esperanzadores progresos, con un buen ritmo y con Lance Stroll en los puntos, se desmoronaron solo una semana después en el Hermanos Rodríguez, donde el AMR23 no solo fue superado por Red Bull Mercedes, Ferrari y McLaren, sino también por Alpha Tauri, Alpine, Alfa Romeo y Williams. Un batacazo terrible. Aston Martin, que llegó a ocupar la segunda plaza del Mundial, va a acabar quinto en constructores. Y Alonso, que solo veía por delante a Max Verstappen y Checo Pérez, ahora también es quinto y aún puede perder un par de plazas más.
Su objetivo, todavía no descartable, es terminar en los tres grandes premios que restan, Sao Paulo, Las Vegas y Abu Dabi, con un buen sabor de boca, pero sus dos últimos ceros, y sobre todo la imagen proyectada por el coche en México, generan una enorme incertidumbre en una escudería que pensaba en grande y actuaba en grande, pero de repente se ha hecho muy pequeña. Si se analiza la temporada completa, la nota media para Aston Martin y Alonso es de notable. Pero este fin de curso, si nadie lo impide en las próximas citas, es deficiente. Y un mal augurio para 2024.
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