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Así se las ponían a Fernando VII

España ha salido bien parada en el sorteo de la Liga de Naciones, ese torneo embarullado en su desarrollo que acaba con una final a cuatro gloriosa, de la que la Selección es vigente campeona. Sinceramente, ganarla está bien y perderla también. Es como el Mundial de Clubes o la antigua Copa Intercontinental, torneos por los que nadie saca los geranios al balcón. Pero esta vez, este engendro de la UEFA que debemos celebrar porque vino para acabar con el gorroneo de los amistosos, tiene un premio mayor: el Mundial. Y eso sí mola. Tanto que Ceferin se ha encadenado al sillón y ha extendido su mandato por el art. 33.

La próxima Copa del Mundo, que empezará en el estadio Azteca de México (el mismo en el que se cerró el Mundial 1986, el de Maradona) y acabará en el estadio de Nueva York (el que está en Nueva Jersey) será el primero con 48 selecciones. Ese aumento también afectará a los grupos continentales de clasificación, que verán ampliados sus cupos. El de la UEFA crecerá hasta los 16 países. Habrá 12 grupos de 4 o 5 selecciones y los partidos se jugarán entre marzo y noviembre de 2025. Los primeros de cada grupo se clasificarán directamente para el Mundial 2026. Los 12 segundos participarán en los playoff, que se disputarán en marzo de 2026 con 16 equipos. Pero, ojo al dato, además de los 12 segundos de grupo, se seleccionará a los cuatro ganadores mejor clasificados de la Nations League 2024-25 que no hayan terminado en su grupo de clasificación en primero o segundo lugar. Y esta es la gracia de la Liga de Naciones, que abre otra puerta más al Mundial. La verdad, así, o peor, se las ponían a Fernando VII.