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Ardor guerrero y tres estrellas

La hemorragia del Real Madrid en Europa se detuvo en Bérgamo, la ciudad lombarda que vive la mejor época futbolística de su historia. El Atalanta ha encontrado una fórmula muy particular para abrirse pasó en la liga italiana y en la Liga de Campeones. Equipo de autor, dirigido por Gian Piero Gasperini, está en las antípodas del Madrid, primer referente del fútbol mundial, cuajado de estrellas, representante de una de las grandes metrópolis del continente.

En muchos aspectos, el partido configuró dos maneras de entender el fútbol en el siglo XXI. A un lado, el club que promueve la exclusivista Superliga; al otro, el equipo que utiliza el mérito para incrustarse entre los mejores de Europa. Ganó el Real Madrid con ardor guerrero y la eficacia de sus tres estrellas.

Marcaron Vinicius (segundo en la votación del Balón de Oro), Bellingham (tercero) y Mbappé (quinto). Cumplieron con lo que se espera de ellos, aunque caminan por el alambre de las lesiones. Regresó Vinicius de su problema muscular y se retiró Mbappé por la misma razón. Bellingham, el jugador del partido, no terminó el encuentro. En el paseíllo del cambio, se llevó la mano a la parte posterior del muslo, como ocurrió cuatro días antes en Montilivi.

El Madrid procuró que la responsabilidad de su ataque correspondiera a Mbappé, Bellingham y Vinicius. Cumplieron con nota. El delantero francés olvidó su comentada rigidez en Anfield y San Mamés. Durante la media hora que permaneció en el campo, fue Mbappé con todas las letras. Marcó el primer gol con una seguridad pasmosa, con velocidad y precisión. Cada una de sus intervenciones aterrorizó a la defensa del equipo italiano. Vinicius pasó inadvertido en el primer tiempo, marcó y mejoró en el segundo. Bellingham dejó su firma en el tercero: recorte, tiro y gol.

El inglés mereció ese premio, decisivo para el devenir del partido. El Atalanta tardó en escenificar el juego que le caracteriza, pero después del gol de Mbappé comenzó a encender los motores. Equipo de gran sacrificio colectivo, persecuciones individuales, conocimiento exhaustivo de las obligaciones y los lugares que cada jugador tiene que respetar, provisto además de algunos jugadores más que respetables.

El inglés Lookman (nació en Londres, de ascendencia nigeriana, representa al país africano en las competiciones internacionales) le dio una mala noche a Lucas Vázquez y a todos los que pretendían anularle. Un excelente delantero que disfruta de lo lindo en el Atalanta, después de pasar por Everton, Fulham, Leicester y RB Leipzig. Lookman fue una amenaza constante. El brasileño Ederson tiene la pinta de volar pronto de Bérgamo. Ha roto en fenomenal centrocampista. Si las estrellas del Madrid decidieron el resultado, el resto del equipo funcionó con una abnegación total. Había que correr y todos corrieron. Nadie en la defensa y en el centro del campo se ahorró una carrera. No faltaban motivos para el esfuerzo. Enfrente, un magnífico equipo que no había perdido esta temporada en la Liga de Campeones y encabeza la Serie A italiana. También se acusaba la primera sensación de vértigo en esta nueva liguilla, donde la urgencia tarda en aparecer. El Madrid no podía permitirse en Bérgamo la tercera derrota consecutiva.

Su derroche resultó tan innegable como las dificultades para contener a rivales de talla en Europa. En los últimos cuatro partidos (Borussia, Milan, Liverpool y Atalanta) ha recibido nueve goles, cantidad demasiado elevada como para que Ancelotti no se preocupe. La defensa se acula demasiado y el área huele a peligro con una frecuencia poco deseable. Es la clase de problema que permitió al Atalanta recortar la ventaja del Madrid y disfrutar de una ocasión mayúscula en el último instante del partido. El falló de Retegui tuvo la virtud de invocar a los hados que guían el destino del Madrid en la Copa de Europa.

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