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Ancelotti, entre el dogma y la libertad

El escaparate de la Champions expone siempre el talento diferencial del Madrid. Solo así se explica una victoria tan meritoria como la que alcanzó ante el Nápoles con los golpes geniales de Vinicius, Bellingham y Valverde. Otra vez hizo firmes sus principios europeos. Ni pide perdón ni se pregunta cómo juega. Lo que le importa es ganar y en el Maradona lo logró en un partidazo que evidenció las contrariedades a las que se va a enfrentar Ancelotti en los compromisos de tronío de la temporada. Le tocará sufrir a su equipo y a él mismo. El exceso de centrocampistas en la plantilla y su alta calidad llevan a Ancelotti a buscar la manera de darle cabida a casi todos. Y Modric dejó a las claras que está para más cuando salió...

El técnico italiano diseñó en Nápoles otra fórmula para que se sientan cómodos. Camavinga repitió como lateral izquierdo, pero en fase de posesión se interiorizaba, más cerca de Kroos y Tchouameni. En una altura superior se movieron Valverde y Bellingham para que Vinicius se pudiera acostar más a la banda. Tanta permuta responde a la máxima de Ancelotti de proporcionar toda la libertad posible a sus futbolistas en la construcción de las jugadas. Pero esta filosofía también tiene contraindicaciones.

El Madrid es un equipo que no defiende bien hacia adelante, aunque el empate de Vinicius llegara de una presión que castigó el error sangrante de Di Lorenzo. De esta forma, Ancelotti prefiere un bloque medio-bajo que ante el Nápoles dejó ver grietas porque los jugadores difuminaban sus posiciones y no llegaban a ocupar los espacios preferenciales a vigilar por cómo se movían en ataque. Le sucedió a Valverde o Bellingham en varias ocasiones, a los que no se les puede dedicar ningún reproche respecto a su esfuerzo. Zielinski se aprovechó de la confusión general. A Ancelotti, un técnico concienzudo en su escudo, no le será fácil encajar todas las piezas y armonizar la doctrina defensiva con la libertad que quiere ofrecer a los suyos con balón. Nápoles lo confirmó.

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Zielinski conduce sin que nadie salga a su paso. Tchouameni y Kroos se abren y Valverde no cierra tampoco, lo que permite al polaco encontrar la profundidad con la entrega a Osimhen. Desatención defensiva del Madrid.