Opinión

Alcaraz y la anomalía del Masters

Como una maldición que persigue a los españoles, el murciano tampoco pudo coronarse maestro y Orantes y Corretja siguen como únicos campeones.

Carlos Alcaraz y Jannik Sinner se abrazan al final del partido.
Guglielmo Mangiapane
Jesús Mínguez
Nació en Guadalajara en 1973. Licenciado en Periodismo por la Complutense. En AS desde el año 2000, es redactor jefe de Más Deporte. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos y unos Paralímpicos, Grand Slams de tenis, Davis, Laureus, candidaturas olímpicas, política, dopaje o grandes combates de boxeo. Le gusta escribir de deporte y también practicarlo.
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La maldición continúa. Y el título de maestro se resiste. Carlos Alcaraz, el tenista “nacido para jugar este tipo de partidos” (en palabras suyas), no logró tumbar a Jannik Sinner en su casa y alzar un título que sólo el pionero Manolo Orantes en un lejanísimo 1976 en Houston y Álex Corretja en Hannover en 1998 han conquistado. Del granadino al barcelonés pasaron 22 años. Y 27 después, sigue sin producirse el relevo. Demasiado tiempo. Una anomalía que ni Juan Carlos Ferrero (que topó con Lleyton Hewitt), ni David Ferrer (ante un imposible Roger Federer), ni Rafa Nadal (que una vez claudicó frente al monstruo suizo y otra contra el otro, Novak Djokovic) pudieron corregir. Carlos Moyá también llegó a la final, pero en este caso chocó con un Corretja que le remontó dos sets. Ahora, Alcaraz se dio con el muro del replicante pelirrojo.

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Para Nadal, el indoor a final de año era una tortura a la que su cuerpo no quería someterse. Sus rodillas protestaban y, encima, tuvo enfrente a los otros dos gigantes del Big-Three, superdotados en este tipo de superficies. Once veces participó en el torneo y nunca lo ganó, lo que da idea de la dificultad de medirse con los ocho mejores en la última semana del curso (Copa Davis aparte). Alcaraz llegaba con los deberes hechos. Había gestionado el calendario, descansó (bendita Ibiza), relativizó derrotas como la de su debut en el reciente Masters de París y llegó a Turín dispuesto a coronarse. Pero enfrente tuvo al rival más difícil (31 victorias seguidas en indoor suma Sinner) que jugaba, además, en casa. La maldición sigue, pero Alcaraz está más que capacitado para espantarla tarde o temprano.

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