Alcaraz termina cuesta arriba
Después de coronarse en Nueva York, por partida doble, de conquistar su primer Grand Slam y de auparse al número uno, Carlos Alcaraz se planteó un triple objetivo para el cierre de temporada. El primero es terminar el año en el trono mundial. El segundo son las ATP Finals, la maestría del tenis, uno de los grandes títulos del calendario. Y el tercero, liderar a España en el asalto a la Copa Davis de Málaga. Tres retos ambiciosos, pero todos ellos a su alcance, especialmente ese número uno. El último Masters 1.000 del curso, en París, también podría haberse añadido a la lista de objetivos. Al nivel que compite ya Alcaraz, cualquier torneo en el que participe lo tiene que ser. Bercy, sin embargo, se veía más como un tramo del camino para llegar a las otras metas. Pero no ha resultado una buena experiencia. Tras ganar dos partidos con solvencia, a Yoshihito Nishioka y Grigor Dimitrov, ha tenido que retirarse en cuartos de final, ante Holger Rune, con una preocupante lesión. No tanto por la gravedad, como por el freno que supone para rematar el resto de su hoja de ruta.
A Carlitos se le está atragantando esta parte final, después de una larga temporada en la que ya suma 70 partidos. Desde que dominó el US Open, el murciano ha jugado diez veces, con cuatro derrotas. No tiene el brillo de los primeros meses, pero sobre todo carece de la frescura de entonces. El circuito de tenis es muy exigente, mucho más si luchas por lo máximo. La acumulación de partidos, y de responsabilidad, tiene unas consecuencias que ni siquiera respetan a un joven de 19 años. Su andadura por París comenzó con el chequeo de una rodilla y ha terminado con un problema abdominal. A sólo diez días de Turín, se ha encendido una alarma que puede derrumbar la merecida guinda a un curso que había sido deslumbrante, pero que está acabando cuesta arriba.