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Alba y Ansu, dos casos peliagudos

126 minutos. Eso es lo que ha jugado Jordi Alba en seis jornadas de Liga. Su caso en el Barça parece irreconducible. Xavi se quiso cargar de razones en la primera jornada de Liga contra el Rayo y, desde entonces, ha jugado dos ratitos. Ayer, en un partido sin ninguna historia que el Barça ganó silbando contra el Elche, Alba ni asomó. Los lazos entre entrenador y jugador están rotos. Alba se considera traicionado por esa operación exprés frustrada que pretendía mandarle al Inter. El Barça ya había intentado mandarlo a Milán el año pasado, también sin éxito. Alba cree que el club no le ha tratado con la delicadeza que merece un jugador de su trayectoria, pero él tampoco tuvo miramientos para sacarle una renovación desproporcionada apadrinada por el mismo Messi. Que el final iba a ser delicado estaba escrito. Con la explosión de Balde, que es un avión, y el fichaje de Marcos, va a resultar más difícil todavía. El caso de Alba, además, se proyecta a la Selección. Es paradójico el fútbol. La relación entre Luis Enrique y Alba se quebró en la última temporada del asturiano, cuando se lo cargó del once inicial en la noche de la remontada ante el PSG. Nadie contaba con que le llamase cuando se hizo cargo de la Selección, pero fue justo, olvidó las rencillas individuales y premió su rendimiento en el campo. Ahora, ha aguantado el tirón y le mantiene en la lista con el argumento de que estudia de manera “individual” cada caso de jugador que no tiene minutos. Cabe preguntarse si la situación individual de Alba cambiará cuando se prolongue dos meses más su ostracismo en el Barça... En parte, recuerda aquel caso de Albelda en 2008.

Crudeza. No es el único caso peliagudo que comparten Barça y Selección. Después de verlo en junio machacándose con Ansu al final de las sesiones en los campos de la ciudad deportiva del Servette en Ginebra, o en Las Rozas, resultó chocante esta crudeza: “Sólo ha jugado un partido de titular, y eso me dice algo. A día de hoy, no lo veo para la lista”. Da la sensación de que a Luis Enrique le gustaría que Ansu fuera más rápido. Y Xavi quiere ir más despacio o, al menos, tiene menos prisa porque le sobra pólvora. Y en medio está el jugador. Los médicos que le han tratado cuentan en la intimidad que el tendón proximal del bíceps femoral del muslo izquierdo ha quedado incluso mejor que antes de la lesión y que ahora está en manos del jugador. Pero aquí algo no cuadra.