Al Madrid empiezan a silbarle los oídos
Llegan los momentos decisivos de la temporada y el Madrid los acometerá con otra predisposición. Un creciente nerviosismo preside los últimos días antes de la final de Copa.

Dos derrotas en los tres últimos partidos (Girona y Real Sociedad), ocho goles encajados y un creciente nerviosismo han presidido los últimos nueve días del Real Madrid, en vísperas de la final de Copa contra Osasuna y la semifinal de la Liga de Campeones frente al Manchester City. Lo que parecía un tranquilo periodo de preparación para las dos competiciones que el equipo puede ganar, se ha convertido en una fuente de preocupaciones. Un mes después de su rotunda victoria en el Camp Nou y dos sólidas actuaciones contra el Chelsea, el Madrid ha comprobado que la Liga pasa factura. Es el territorio cotidiano que mide tanto el estado de un equipo como el del entorno, donde se ha pasado del optimismo al disgusto.
El Madrid concedió el título a mediados de marzo. Con aquella derrota en el Camp Nou, interiorizó la imposibilidad de continuar la caza del Barça, sorprendente admisión porque el líder nunca ha ofrecido señales de poderío. Ha sido un Barça abnegado, sufriente y sin brillo, pero con la inequívoca voluntad de conseguir el campeonato. El Madrid le arrolló en la vuelta de la semifinal de Copa y cerró el capítulo liguero. Desde entonces, cada partido ha funcionado como un capítulo preparatorio para otras dos competiciones, la Copa y la Liga de Campeones.
El problema de este desenganche se detecta en la clasificación. El Madrid se encuentra a 14 puntos del líder después de la derrota en Anoeta, donde la Real Sociedad le superó en todos los aspectos. Más fiebre, juego, oportunidades y goles. En esta ocasión, la delantera no acudió al rescate de la defensa, empeñada en cometer errores gigantescos. Militao, uno de los grandes destacados de la temporada, ha entrado en un bucle infernal. Si el defensa brasileño no sale inmediatamente del socavón, al Madrid se le complicará el último trecho de la temporada.
La delantera no ayudó porque el 66% de los titulares (Vinicius y Benzema) descansó. Jugaron Asensio, Mariano y Rodrygo. La presencia de Mariano resultó llamativa. Apenas ha jugado y nunca se le espera en los partidos. El club quiere que se vaya. El jugador no ha querido irse. Ha preferido dos años en el congelador, que es lo mismo que perderlos. Su presencia en Anoeta resultó anacrónica, tanto como la de Hazard en el banquillo. Vio el partido sentado junto a un puñado de jóvenes: Álvaro Rodríguez, Sergio Arribas, Carlos Dotor y Nico Paz.
Los dos primeros, que se mueren por una oportunidad, tuvieron minutos en el segundo tiempo, malos minutos porque la expulsión de Carvajal bloqueó definitivamente al Real Madrid. El equipo había jugado mal y flojo antes del episodio, pero después derivó a peor. Muchos nervios, malas caras, reproches al empedrado y la sensación de partido con un excesivo consumo de energía mental. Nada que ver con la suave navegación que el Madrid esperaba en las últimas semanas. En los últimos partidos, se ha enredado más de la cuenta.
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Llegan los momentos decisivos de la temporada y el Madrid los acometerá con otra predisposición. No cabe ninguna duda de ello, pero la preparación ha expuesto más problemas que otra cosa, sobre todo en el plano defensivo. Recibe demasiados goles, a pesar de las heroicas demostraciones de Courtois, de nuevo impecable en Anoeta. Dos paradas extraordinarias evitaron otro cuatro como el de Girona.
La Liga es el árbitro constante en la trayectoria de los clubes. El Madrid ha ganado Copas de Europa en malas temporadas en el campeonato español. Tenía que ganar la final a la fuerza, o verse abocado a crisis de imprevisibles consecuencias. En la temporada 2007-2008, el Barça terminó tercero, a 18 puntos del Real Madrid. Había ganado la Copa de Europa en 2006 y en 2008 alcanzó las semifinales, donde cayó por un gol de diferencia contra el Manchester United. Ronaldinho, Messi, Etoo y Henry eran sus delanteros. Las consecuencias de aquella temporada son conocidas: moción de censura a Laporta, superada por los pelos, crisis generalizada y designación del entrenador del Barça B como nuevo técnico. No hubo manera de digerir aquellos 18 puntos.




