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Dicen que un Clásico siempre será un partido especial y que nunca se podrá considerar un simple amistoso. No les falta razón, aunque imagino que ni Ancelotti ni Flick considerarán a estas horas que el resultado del partido de Nueva Jersey vaya a tener especial incidencia en lo que resta de temporada. No olvidemos que habrá más de 80.000 aficionados llenando el MetLife (por cierto, la mayoría madridistas) y que un Clásico siempre acaba acaparando la atención de medio mundo. Es un termómetro emocional y si se puede es mejor salir airoso del bolo recaudatorio. Vamos, que mejor volver a hincarle el diente a los culés.

No olvido que en los últimos cuatro Clásicos oficiales el Madrid ha pasado por encima del Barça y le ha endosado 14 goles. Esa hegemonía estadística conviene seguir alimentándola a pesar de la ausencia de siete jugadores clave para el proyecto de Ancelotti (los cuatro franceses, Bellingham, Valverde y Carvajal). Pero hoy veremos al tridente brasileño y siempre que juegan Vini y Rodrygo pasan cosas interesantes. Y ver a Güler de centrocampista es un experimento muy atractivo porque será bastante habitual durante el próximo curso. Y a pesar de que Carvajal dio en la diana el verano pasado, seguro que me va a permitir que pida a los de blanco que ganen sí o sí. Al enemigo, ni agua.

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