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Aimar Oroz completa su despegue definitivo

El partido de la confirmación esperada

París hizo de oro en los Juegos Olímpicos a Aimar Oroz (22 años), pero el fútbol no vive del recuerdo y además tampoco espera a nadie. Es por eso que esta no es una temporada cualquiera para el futbolista de Osasuna, inmerso en un momento de extraordinaria trascendencia en su carrera. En la 2022-23, quizá, se había apocado su fabulosa comparecencia de la primera campaña que había despertado unas expectativas enormes alrededor de su potencial. Ahora, las dudas han dado paso a las certezas. El inicio de curso de Oroz confirma las cualidades irrebatibles de un jugador enérgico, inteligente, dinámico y con unas condiciones técnicas notables. Ante el Valladolid firmó su mejor partido al desplegar con acierto estas virtudes en todos los frentes del juego. De primeras, enseñó que su sociedad con Bryan Zaragoza crece cada día. Entre ambos se intercambiaron 16 pases y el mediapunta potenció al extremo constantemente. Asimismo, tuvo una influencia máxima entre líneas, proyectando los ataques del bloque de Vicente Moreno con sus 19 entregas en el último tercio del campo y 15 de las mismas de tipo progresivo. Y se desvivió como siempre en sus funciones sin el balón, como demuestran las ocho recuperaciones que sumó. Fue una actuación redonda de Aimar Oroz en casi todos los sentidos. Seguro que hay quien le pide más goles, que posiblemente tenga en sus botas, pero su esencial contribución al estado de plenitud de Osasuna no resulta menos relevante por ello.

El desacierto

Que el Athletic no se impusiera con holgura al Betis, no ya que no ganara, responde únicamente a una pura cuestión de acierto. El recital ofensivo de los de Valverde se estropeó a la hora de definir las jugadas. Sus tres remates al palo en la primera parte no se veían en un encuentro de Liga desde el Real Madrid-Levante de 2022. Y la aritmética, bien trazada por la estadística avanzada, refleja con claridad el desatino rojiblanco. Además de los 17 remates y 31 intervenciones en el área rival, según el baremo de goles esperados —indicador que asigna una probabilidad de que una ocasión sea gol en función de la jugada—, el Athletic tuvo que marcar cuatro tantos por uno del Betis. Gracias a Berenguer, al menos, salvó el empate en un duelo en el que perdonó lo que no está escrito.

El defensa de la defensa

El reencuentro con la victoria del Alavés reafirma una máxima que nadie debe olvidar: sin calidad defensiva, en el fútbol no eres nada. Era extraño que un equipo de Luis García bajara tantos enteros en este aspecto, y contra el Mallorca se preocupó en volver a la senda del rigor colectivo y la seguridad atrás. Portería a cero fue el mensaje, cumplido a rajatabla. Un futbolista sobresalió en la rehabilitación babazorra. Se trata de Abqar (26 años), fundamental en la contención de Larin y Muriqi. Con Pica formó una pareja en la que sacó a la luz todo su poderío en la anticipación y en los cortes, además de fortalecer el área con despejes. Es un central que no le tiene miedo a salir de zona, sabe cuándo hacer la falta (cometió cuatro infracciones frente al Mallorca y vio una tarjeta amarilla) y nunca va corto de contundencia. Al contar con un físico privilegiado, además de una intuición posicional destacada, Abqar mejora a sus compañeros y a todo el sistema defensivo. El Alavés recuperó el pulso bajo su jerarquía.

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