Abde, menos jugón, más jugador
Disparado
Desde su poderosa irrupción en el Barcelona, que después fue menos de lo que parecía, sobre Abde planeaba la sospecha de ser un futbolista que se desempeñaba más de cara a la galería que de verdadero valor. Poco a poco, sin haber alcanzado su cenit todavía con 23 años, el extremo ha corregido esa impresión y se ha establecido con peso en el ataque del Betis. Esa evolución ha estado acompañada de un giro pragmático en su estilo. Ya no es ese jugador barroco, sino que apuesta por el dinamismo y la verticalidad para amedrentar a las defensas rivales. No pregunta, dispara. El final del curso pasado y el inicio de este corroboran esa realidad. Frente a Osasuna marcó, además de convertirse en el jugador que más remates firmó con tres. Lo mejor es que no se pensó dos veces las finalizaciones de las jugadas. En el gol, lo tuvo todo a su favor. Pero en la ocasión que le sacó Sergio Herrera arrancó y disparó con su pierna mala sin dejar tiempo de reacción a su marcador. A esa presencia en los metros finales le añade un dinamismo importante en sus movimientos. Abde se desmarca y busca el espacio libre, aunque sepa que no va a ser el receptor del balón. Es un claro paso efectivo en la progresión de un jugador cuya mejoría toca de lleno en las expectativas colectivas del Betis. Con Abde así, más el resto del arsenal ofensivo que dispone, hay motivos para la ilusión.
El contrapunto
No existe reparo alguno sobre el regreso del Elche a Primera. Imposible. La posición de Champions es una simple reivindicación aritmética de su espectacular comienzo, pero su fútbol habla todavía mejor de un equipo con una identidad tan personal como sugestiva. El mérito es de Eder Sarabia y su buen gusto, con jugadores de reputado nivel técnico y con fe en la idea que les exige llevar a cabo su entrenador. El Elche quiere para sí el dominio y el balón —58,3% de posesión, solo por detrás de Barça y Madrid—, y hace todo para tenerlo. En cualquier caso, hay un jugador que agita su filosofía y supone un contraste muy interesante. Se trata de Germán Valera (23 años), figura fetiche para Sarabia, con el que ya brilló en el Andorra. La osadía, el cambio de ritmo y la velocidad en espacios cortos lanzan sus unos contra uno y conducciones —promedia 14 por partido y 11,8 metros de distancia media en las mismas—, que han generado ya cuatro ocasiones de gol. El 2-1 de Donald ante el Celta vino precedido de una acción decisiva de este tipo de Valera. Es un alborotador nato.
Un empate de orden
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El primer 0-0 de LaLiga no lo fue por falta de oportunidades. El Girona-Espanyol se jugó con ímpetu ofensivo, pero la indefinición y la respuesta defensiva de ambos equipos estuvo a la altura. En el Girona, hacerse fuerte atrás puede ser el principio de su rehabilitación; en el Espanyol no sorprende ya. Manolo González ha construido un bloque cohesionado, con referentes en todas las líneas. El rendimiento de Fernando Calero (30 años) en la zaga es uno de esos puntos de apoyo, como demostró sobradamente en Montilivi. Fue un muro inabordable en el área perica, con siete despejes y cinco disparos bloqueados, dos de los mismos en el tiempo de descuento. A Calero se le había tenido a veces por un central algo disperso, pero sus últimas actuaciones alejan esa percepción.
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