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4-0 y felices a casa

El sabor del gol.- Cuando yo era pequeño se decía que goleada de verdad se consideraba a partir de los cuatro goles. Como dijo Nacho tras el partido: “Cuatro en ataque y cero atrás, mejor imposible. Noche feliz”. Aunque fuese a costa del Elche, un colista entusiasta y admirable por su afán por no rendirse, la tropa de Ancelotti se esmeró por agradecer su presencia a los 44.319 aficionados que desafiaron el frío de febrero, el día laborable y los 11 puntos de desventaja con el líder. La gente hace un esfuerzo económico y va a los estadios para disfrutar con el buen juego y, sobre todo, para cantar goles, la consecuencia de las cosas bien hechas con la pelota. Y fueron cuatro de diferentes modalidades. Asensio, con un zig zag atrevido y directo que agujereó la débil zaga ilicitana en el arranque del duelo. Los dos de Benzema fueron de penalti, pero ejecutados con una calidad excelsa, perforando las dos escuadras de la portería de Edgar Badia. Y para la guinda quedó la súper diana de Luka Modric. Su derechazo a la escuadra está al alcance de muy pocos en el planeta fútbol. Con 37 años se saca de su chistera mágica de Zadar este golazo y solo queda darle las gracias por seguir amando este deporte y la camiseta que alumbra con su talento infinito desde hace 11 años. Modric, renovación ya.

Reivindicaciones.- Si Luka tiene entregado al Bernabéu y su continuidad hasta 2024 cada vez parece más cantada, y si el coliseo blanco fuese el termómetro electoral para que el club decida el futuro de los que acaban contrato el 30 de junio, la mayoría de los que terminan deberían seguir. Empezando por Ceballos, que recuperó la titularidad y recibió el cántico entusiasta de las tribunas tras ser sustituido: “¡Dani, quédate!”. Algo parecido sucede con Asensio. La afición se puso en pie para celebrar su gol de museo, dedicado a los niños con cáncer. Un gesto que le honra a nivel personal y le reivindica como un jugador que puede seguir aportando calidad, pegada y talento a esta plantilla campeona. Con Nacho, ídem de ídem. El canterano dejó fuera del once a Rüdiger. Se llama meritocracia. Si repite titularidad en Anfield estoy seguro de que aceptará seguir un año más en el equipo de su vida (literalmente, no ha defendido otra camiseta en su carrera). Y me dejo a Benzema para el final. Para mí ya está renovado. Sigue luchando para recuperar su versión Balón de Oro del último curso y, poco a poco, hasta se ha metido en la lucha por el Pichichi (está solo a tres de Lewandowski). Benzema será clave en las próximas etapas alpinas que se avecinan (El Sadar, Anfield, Derbi y Clásico en el Bernabéu, y Benito Villamarín), en las que regresará Vinicius, de vuelta a su calvario con el fútbol ibérico. Y ojo que Rodrygo no marcó pero dio un clínic de juego combinativo, de paredes, amagos y penetraciones buscando aliados para el gol.

Con firmeza.- Ancelotti estaba satisfecho tras el 4-0 y no le faltaban razones para ello. No ha habido nuevas lesiones y su equipo es ya el máximo goleador del Campeonato de Liga (44). Tampoco encajó, aunque Lunin se aburrió como una ostra en su último partido para cubrir la ausencia de Courtois. En Pamplona ya se espera al gigante de Bree, algo que reconforta porque el belga sigue siendo el mejor.

Tema arbitral.- Solo diré que lo ocurrido con Enríquez Negreira explica documentalmente lo que en AS les dijimos durante años: el famoso Villarato. Los árbitros veían cómo les iba en la organización a los que se equivocaban a favor del Barça y cómo a los pocos osados que un día erraban a favor del Madrid. Se llama autocensura. Y encima, bien pagada como vemos en este sonado caso. Todo empezó en las dos ligas de Tenerife. Yo no olvido. Es un escándalo mundial.