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Tres centrales para proyectar a Theo

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El cambio de sistema. Francia ganó el Mundial de Rusia con una estructura en la que la línea defensiva estaba formada por cuatro jugadores de grandes virtudes defensivas. Los laterales, Pavard y Lucas Hernández, habían desarrollado parte de su carrera como centrales, por lo que la gran prioridad de Deschamps con respecto a su última línea era construir una fortaleza alrededor de Lloris y protegerlo con un bloque prácticamente impenetrable. ¿Por qué, tras esa experiencia exitosa, ha pasado al sistema de tres centrales y dos carrileros? Ya lo probó en la Eurocopa, y de hecho fue muy criticado por usarlo el día de la eliminación ante Suiza en octavos de final –se le reprochó, especialmente, la rareza de ubicar a Rabiot como carrilero, así como la confianza en un Lenglet que venía de firmar un mal año en Barcelona–. Las bajas por lesión en el lateral izquierdo le llevaron a tomar esa decisión el pasado verano, pero ahora podemos citar otros argumentos para explicar por qué el seleccionador galo repitió con el 3-4-1-2 ante Bélgica. De entrada, no ha logrado encontrar a un central que le convenza tanto como el Umtiti de 2018 para formar la pareja con Varane. Ha probado mucho con Kimpembe como central zurdo, pero el del PSG no acaba de alcanzar ese mismo nivel. De este modo, jugar con tres le permite, mediante la cantidad, neutralizar el déficit de calidad. Koundé y Lucas, uno a cada lado, fueron los que acompañaron el jueves al nuevo zaguero del Manchester United. La otra razón es el gran momento de Theo Hernández en el Milan. Probablemente, Deschamps no se atreve a elegirlo como titular en una línea de cuatro debido a su vocación exageradamente ofensiva, y entiende que para darle la banda izquierda sin sufrir atrás es más adecuado protegerlo con una estructura más poblada y con su hermano a su lado para hacerle las coberturas laterales cuando se incorpora al ataque.

Kevin De Bruyne disputa un balón a Theo Hernández.
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Kevin De Bruyne disputa un balón a Theo Hernández.FRANCK FIFEAFP

La agresividad en la presión. El gran cambio que explica por qué Francia fue capaz de remontarle a Bélgica en la segunda parte fue su actitud mucho más proactiva sin balón. Tras un primer tiempo en el que permitió largas posesiones del conjunto de Roberto Martínez, tras el descanso salió a morder y consiguió robar más arriba. Se jugó mucho más cerca de la portería de Courtois. Deschamps logró que su equipo modificara su comportamiento sin tocar el sistema táctico. Y, sobre todo, logró implicar en ese trabajo a los tres atacantes.

Mbappé en conducción. Aunque seguramente Karim Benzema sea el jugador más en forma del momento, la actuación de Mbappé frente a los belgas ha sido muy elogiada. Especialmente, la cantidad de metros que logró progresar con la pelota pegada al pie. Sin duda, su cambio de ritmo y su velocidad en las transiciones constituirán un gran desafío para una pareja de centrales española que en la Eurocopa generó dudas en ese tipo de acciones.

Tchouaméni, la novedad más reciente. Sin Ngolo Kanté, que dio positivo en coronavirus justo antes de que Deschamps diera la lista, Francia ha tenido que improvisar un nuevo plan en el doble medio centro. Rabiot fue el titular al lado de Pogba en la semifinal, pero no hay que descartar que pueda entrar una de las revelaciones del momento, el centrocampista del Mónaco Aurélien Tchouaméni. Su mayor dinamismo y capacidad física le asemeja más a Kanté –pese a ser bastante más alto–, y le convierte en un recurso óptimo para intentar provocar cortocircuitos en el juego de posesión de España.