La séptima etapa de la Vuelta a España quedó ensombrecida por la estrepitosa caída de Alejandro Valverde, un corredor que todo el mundo aprecia y al que el ciclismo español le debe muchas alegrías. Pero si antes de la caída tenía claro que seguiría un año más, ahora lo tengo más claro. Alejandro no quiere retirarse así, no quiere que su última imagen en el ciclismo sea retirándose en la Vuelta por una caída.

La séptima etapa fue muy dura y exigente. Pudimos comprobar que el equipo Jumbo-Visma no es tan fuerte como podía parecer en un principio y que derrotar a Roglic en un mano a mano va a ser difícil, pero se puede intentar de otras maneras, como puede ser dejándolo sin equipo lejos de meta. Salvó el maillot por 8 segundos, aunque no le hubiera importado perderlo y que mañana otro equipo hubiese asumido responsabilidades.

A Enric Mas se le está viendo muy bien, a pesar de que son puertos que no se adaptan mucho a sus características, y Landa, como Carapaz, no está terminando de arrancar. Ganó la Vuelta a Burgos, pero la Vuelta a España es otra cosa muy distinta.

En la próxima etapa veremos una fuga, no de muchos corredores, que se decidirá en el esprint. Jakobsen, Philipsen y Molano, tienen una oportunidad que no deben desaprovechar.