El mundo de Roncero

El Madrid es mi razón de ser y la de millones de aficionados en todo el mundo. Cargamos una mochila maravillosa con 13 Copas de Europa y 34 Ligas. La vida sigue siendo blanca y bella...

Autor: Tomás Roncero

REAL MADRID

La inolvidable manita al Dream Team de Cruyff

Este 7 de enero se cumplen 26 años del 5-0 que el Real Madrid metió al Barcelona en el Bernabéu. Luis Enrique, Amavisca y Zamorano, que hizo un 'hat-trick', marcaron los goles.

0
Iván Zamorano y Koeman de espaldas en una jugada de la manita del Real Madrid al Barcelona el 7 de enero de 1995.
GALVEZ FUTBOL

Sin duda, es uno de los partidos más icónicos en la memoria de los madridistas. Endosarle una manita al Dream Team de Cruyff es algo que te queda en la retina para siempre. Fue también un 7 de enero, en el que no hubo una nevada como la que está cayendo hoy en la capital pero sí un frío severo a la hora del partido (21:00). Eso sí, había mucho calor y un ambiente electrizante en el terreno de juego y en un Bernabéu que se quedó pequeño. Más de 100.000 almas clamaban venganza deportiva tras el 5-0 sufrido diez meses antes en el Camp Nou. Fue la famosa manita que se 'comió' Benito Floro ante un Barça desatado de la mano de Romario.

Pero ese 7 de enero de 1995 fue totalmente distinto. A los blancos les entrenaba Jorge Valdano, que prometió empezar "a devolver al madridismo lo que le quitamos dos años seguidos en Tenerife". Jorge cumplió su palabra ganando esa Liga de forma incontestable, pero la gran alegría de ese curso fue sin duda fue la manita al Dream Team de Cruyff, Koeman, Guardiola... Jamás olvidaré la pasión con la que se vivió en las gradas. Una especie de locura colectiva se apoderó de la atmósfera del Clásico. Stoichkov enloqueció y se autoexpulsó con una alevosa entrada a Quique Sánchez Flores.

La afición rugía y pedía goles sin freno. Iván Zamorano, sangre caliente y guerrera, firmó un hat-trick imperial al descanso, con Guardiola y Koeman escenificando su impotencia echándose broncas por los llamativos desajustes defensivos. En el 1-0, el chileno reventó la escuadra de Busquets (el padre del actual jugador del Barça) con un zurdazo brutal. En el 2-0, Bam Bam encaró al portero azulgrana y le batió por bajo. El éxtasis llegó cuando Laudrup, de blanco impoluto, robó el balón a Bakero para asistir de forma magistral a Zamorano en el 3-0. Los pajaritos disparando contra las escopetas.

En el receso, todos imaginábamos una reacción de orgullo de los azulgrana, pero lo mejor estaba por llegar. Primero con un gol de Luis Enrique, sí, han leído bien, Luis Enrique. Tras marcar el 4-0 el asturiano, que aprovechó un rechace del poste que hubiese sido el cuarto de Zamorano, se echó mano al escudo del Madrid dirigiéndose a la grada en tono reivindicativo. El actual seleccionador siempre podrá presumir de haber sido parte activa de esa manita inolvidable al Barça... Y luego llegó el descabello del 5-0, solicitado y reclamado a gritos desde las tribunas. "¡Queremos cinco!". El gol soñado lo materializó Amavisca, ese cántabro con el que Valdano no contaba seis meses antes pero que se convirtió en hombre clave de aquel proyecto, junto al también 'descartado' Zamorano.

El 5-0 provocó titulares grandilocuentes en la prensa deportiva. AS puso "Glorioso" y agotó la tirada. Fue el Regalo de Reyes perfecto para los madridistas, que en la segunda parte vieron cómo Cruyff sacaba al campo a Romario (sustituyendo a Bakero) para que se comiese el escarnio de la debacle. La afición blanca nunca olvidará ese once de la gloria formado por Buyo; Quique, Hierro, Sanchís, Lasa; Luis Enrique, Milla, Laudrup; Raúl, Zamorano y Amavisca. Martín Vázquez y Alfonso tuvieron sus minutos en el segundo tiempo.

Quedó para siempre como la manita que adelantó el finiquito del Dream Team, pues no hay que olvidar que un año antes habían perdido 4-0 ante el Milán de Capello en la final de la Champions en Atenas. Ya nada fue igual dentro de esa rivalidad histórica entre ambos. Dos 5-0 en menos de un año. La factura quedó pagada y los madridistas nos quedamos tranquilos. Esa manita vale por muchas. Jamás olvidaré el abrazo que me dio mi señor padre cuando el árbitro pitó el final. Esas noches mágicas del Bernabéu están para recordarlas... y vivirlas.