El mundo de Roncero

El Madrid es mi razón de ser y la de millones de aficionados en todo el mundo. Cargamos una mochila maravillosa con 13 Copas de Europa y 34 Ligas. La vida sigue siendo blanca y bella...

Autor: Tomás Roncero

EL MUNDO DE RONCERO

22 años del Aguanís de Raúl

Cuando restaban siete minutos para el pitido final, precisamente el mítico 7 hizo una de las jugadas de su vida contra el Vasco da Gama, posiblemente la más brillante de todas.

0
Raul Gonzalez marcando el tanto decisivo contra el Vasco da Gama.
KIMIMASA MAYAMA REUTERS

Se jugó en el Estadio Nacional de Tokio el 1 de diciembre de 1998. Hace justo 22 años. La final enfrentaba al flamante campeón de Europa, ese Madrid que había tumbado en Ámsterdam a la Juve de Zidane, Del Piero, Davids, Inzaghi y Deschamps, frente al Vasco de Gama, campeón de América. En la grada hubo 51.514 testigos de uno de los goles más bellos de la llamada por entonces Copa Intercontinental (luego derivó en el actual Mundial de Clubes). Los de Hiddink se adelantaron gracias a un autogol de Nasa, que intentaba interceptar un centro muy peligroso de Roberto Carlos. Pero el Vasco de Gama era un equipazo y reaccionó bien, hasta lograr igualar en el minuto 56 con un gol de Juninho Pernambucano, ante que el que nada pudo hacer Bodo Illgner.

El partido estaba trabado y al ser de ida y vuelta podía pasar cualquier cosa. Pero todo cambió cuando restaban siete minutos para el pitido final. Siete tenían que ser, porque fue precisamente el mítico 7 el que hizo una de las jugadas de su vida, posiblemente la más brillante de todas. Raúl recibió el balón en el área brasileña, algo escorado a la izquierda. El lanzamiento en profundidad le llegó de Seedorf, con el que tenía gran conexión. Al recibir hizo Raúl, después de pinchar la pelota para bajarla suavemente, su primera genialidad al recortar en seco a Claudemir Vitor, que iba lanzado con una segada para cortarle el balón. Cuando se disponía a encarar a Carlos Germano llegó la madre de todas las pillerías del 7. Le hizo una finta en seco a Odvan, que se quedó en el césped y con la cintura descompuesta, permitiendo a Raúl definir a lo grande batiendo con su pierna 'mala', la derecha, a Carlos Germano. Un gol trabajado en los campos de tierra de San Cristóbal de los Ángeles, donde se crió el canterano en su humilde infancia en ese barrio del sur de Madrid. Allí aprendió en lo que en Argentina se llama el potrero, ahora que está tan cercano el triste adiós de Maradona. Raúl se encumbró en Tokio con aquella Intercontinental, la primera que ganaba el Madrid en 32 años (la anterior fue en 1960 al Peñarol de Montevideo a doble partido: 0-0 y 5-1). Lo bueno es que ese gol quedó para siempre como 'El gol del Aguanís'. Hasta en Bélgica hay una peña con ese nombre. Raúl logró lo que pocos, tener un gol con denominación de origen.

Sanchís levantando la Copa Interconental tras vencer al Vasco da Gama.

El Madrid jugó ese histórico día con Illgner; Panucci, Sanchis, Fernando Sanz, Hierro, Roberto Carlos; Seedorf, Redondo, Savio; Raúl y Mijatovic. Suker y Jarni salieron en los últimos minutos para terminar de apuntalar un triunfo histórico, sellado con una genialidad de Raúl, legendario capitán blanco y hoy entrenador del Castilla, 22 años han pasado. Pero muchos lo recordamos como si fuese ayer....