Lo del Cádiz se podía empeorar...

Zidane alteró el equipo que podríamos tener como titular en un ejercicio que podía contener algo de reproche mudo por el sainete ante el Cádiz y mucho de prevención con vistas al Clásico. Antonio Romero lo criticó en Carrusel: “Este partido es más importante que el del sábado”, dijo. La consideración sobre si eso era o no verdad quedó un poco emborronada por la condición en que venía el Shakhtar, devastado por el coronavirus, cargado de suplentes y sin apenas banquillo. Además, pese a ser el equipo del segundo bombo del grupo, estaba considerado la cenicienta. Se supone que su visita debería ser el partido más fácil de esta liguilla para los otros tres.

Pero salió respondón y provocó un terremoto en la primera mitad. El Madrid repitió, aunque con otros, el primer tiempo del Cádiz. El Shakhtar tardó veinte minutos en darse cuenta de que podía ganar el partido y se fue animando con frecuentes y precisas salidas, en las que transitaba el campo y cogía al Madrid desarbolado. Sin Sergio Ramos la defensa es un flan. El 0-3 al descanso reflejaba lo que estaba pasando, que no era otra cosa que el mayor escarnio que ha sufrido el Madrid en su campo en partido europeo alguno. Se salvó Mendy, esforzándose en la banda que no era la suya, y Courtois, con alguna parada y fusilado en los goles.

El Madrid volvió con Benzema, y enseguida con Vinicius, y con más ganas. Fue otra cosa, pero se vio la falta de remate. Un gol de Modric de fuera, un robo de Vinicius en la salida que resuelve él mismo, pero pocos remates más. Para el meta Trubin quedó trabajo residual. La derrota deja al Madrid muy desacomodado en el grupo y a Zidane estupefacto. El equipo se le ha caído y él mismo no sabe por qué. Y se le ha caído en mala semana, justo cuando el Barça ha recobrado la calma al compás de la progresiva mejoría de Messi. Lo del sábado es un examen de aúpa para Zidane, al que muchos madridistas le están bajando ya el pulgar.