Un Madrid con riñones

El Madrid le echó arrestos, su principal cualidad en el partido, y derrotó al Barça, que no los tuvo. Volvió a disiparse en el éter cuando el duelo cambió de signo, aproximadamente cuando Isco cruzó un fenomenal derechazo, respondido por Ter Stegen con una estirada antológica. La jugada venía precedida por una de las múltiples pérdidas del Barça en zonas donde hay que ser cuidadoso, pero estaba claro que el equipo comenzaba a descuidarse mucho más de lo conveniente -Semedo y Vidal se hundieron como un yunque- y que el Madrid detectó la debilidad de su rival. Se repuso de su deficiente primer tiempo y a golpe de corneta, con Vinicius al frente, destruyó la débil oposición del Barça.

El Clásico resultó más entretenido que bien jugado, probablemente porque los dos equipos se dirigen hacia la más difícil de las transiciones: cerrar una época, la que han marcado Messi, Busquets -formidable todo el encuentro-, Piqué y Jordi Alba en el Barça, la asociada a los nombres de Ramos, Marcelo, Kroos, Modric y Benzema en el Madrid. Todos ellos son una autoridad en el fútbol, pero ninguno será más joven el próximo año. Han superado la frontera de los 30 años y en algunos se empieza a notar. La consecuencia es un declive más o menos declarado, pero existente.

El sufriente Madrid de la primera parte, sostenido por Courtois, Casemiro y los destellos de Isco, salió ileso de las tres grandes ocasiones del Barça, antes de explotar las carencias de su rival, que detesta la incomodidad. Si le sacas de su cuadrícula habitual, se aflige. Ha sido la causa de sus grandes desastres europeos y ahora lo padece en la Liga, frente al Real Madrid o contra el Levante o el Granada, dos equipos que le borraron del mapa en la primera vuelta.

Varane y Piqué pelean un balón aéreo en el Clásico.

A la académica y buena versión del Barça en el primer tiempo le faltó la fiereza de Luis Suárez. Sin el uruguayo, el equipo busca a Messi hasta extremos patológicos. Desperdiciaron dos o tres jugadas de gol por el compulsivo afán de buscar a su estrella. Van camino de estresar a Messi. La búsqueda es directamente proporcional al déficit que manifiesta gente como Griezmann y De Jong. Desde esa perspectiva, extraña la escasa confianza que recibe Ansu Fati en los últimos partidos. Es uno de los pocos que no parece asustado.

El Madrid se agarró al partido cuando se le torció. También se agarró a Courtois, cuyo crédito se ha disparado desde su infeliz tarde contra el Brujas. Se ha convertido en una garantía de rendimiento. Casemiro ayudó igual de bien en los malos y en los buenos tiempos del partido. Sostuvo el edificio hasta el final. Isco ayudó con su reciente optimismo. Vuelve a pesar en los partidos. Carvajal se reivindicó después de su preocupante actuación contra el City.

Uno a uno, los jugadores del Madrid se fueron añadiendo a la crecida final, que duró una hora y se concretó en dos goles, el liderato y una sorpresa: la aparición a última hora de Mariano, que no había salido de la nevera en toda la temporada. Jugó sus cinco primeros minutos del campeonato y marcó el segundo gol. Jovic hizo lo mismo contra Osasuna, pero desde entonces se le ha perdido la pista. Ni juega, ni se le espera. No fue convocado por Zidane para un Clásico que devuelve al Madrid al primer puesto. Inspira menos confianza de la que debería, pero cuenta con un dato a su favor: el Barça está cogido con pinzas.