La revolución era esto

Gerard Piqué afirmó en la previa del partido en San Paolo que los resultados habían aguantado al club y no se le puede desmentir teniendo en cuenta el guirigay que tienen montado Bartomeu y compañía. Pero los resultados no fueron suficientes como para sostener a Ernesto Valverde en el banquillo porque el juego del equipo era aburrido, predecible y se alejaba del sacrosanto estilo del Barça. Así que se le echó con malas formas y se fichó a Setién que llevaba tatuado en la frente a Cruyff y quedaba bien como cromo para agitar la ilusión después de que el póster -Xavi- les diera calabazas.

Para que conste en acta: en su debut en la Champions, Setién salió con un once que hubiera firmado Valverde y se dejó a Ansu Fati, a Arthur y también a Riqui Puig (la primera foto que publicó el club del técnico fue con el canterano con toda la intención del mundo) en el banquillo. Ni un disparo a puerta en la primera parte, ni un córner siquiera… Eso sí, con un 68% de posesión de pelota pa ná. Un tuya-mía estéril, sin profundidad, ni desmarques, ni velocidad. De la modorra solo nos sacudió el gol de Mertens, para más inri. En la segunda marcó Griezmann, pero fue Ter Stegen el que se lució ante Insigne y Callejón.

Setién dando indicaciones en el partido de ayer.

El resultado no es malo para la vuelta, pero, rubia de mí, había entendido que el mensaje del Barça estaba dirigido y destinado para empresas mayores, para una cierta grandeza, para al menos una declaración de intenciones desde la alineación y no para sacar a Ansu Fati en el 88’, un minuto antes de que Arturo Vidal se expulsara por merluzo y que Piqué se lesionara, ya veremos para cuánto tiempo. Ahora, con lo puesto por una lamentable planificación deportiva y con un secretario técnico -Eric Abidal- al que Messi volverá a dar de tortas si tiene ocasión porque no le ha indultado, ya no queda ni la esperanza, ni la ficción de que el cambio en el banquillo supondría la revolución. Esto es lo que hay. Este es el Barça que da no por bueno, sino por excelente, un empate en Nápoles. Del tedio al despropósito y tiro porque me toca.