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Los impulsos de Rubiales

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Luis Enrique Martínez era en verano de 2018 el mejor seleccionador español posible, y que ahora se sienta con ánimo y fuerza para volver es una excelente noticia para nuestro fútbol. Sin embargo, la gestión de su regreso y, sobre todo, de un despido de Robert Moreno disfrazado de incomprensible dimisión han vuelto a generar muchas dudas sobre la capacidad de Luis Rubiales para lidiar con las situaciones imprevistas que afectan a la posición más importante y delicada de una federación nacional, la de seleccionador absoluto.

Incluso si asumimos como verídico todo el relato de los hechos ofrecido por Rubiales en rueda de prensa -un relato que Moreno va a rebatir en gran medida-, es innegable que el desenlace se ha alejado mucho de lo que habría sido deseable. No puede ser que la persona que ha asumido la responsabilidad de situarse al frente de la Selección en un momento muy comprometido y que ha cumplido todos los objetivos deportivos posibles se tenga que marchar sintiéndose engañado y utilizado. Ni que pierda ya no solo su posición anterior en el organigrama, sino cualquier vínculo con una Federación que le destituye sin anunciarlo, explicando que es él en realidad el que ha pedido marcharse pese a que él no lo entienda de esta manera.

Luis Rubiales, durante su comparecencia de ayer.
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Luis Rubiales, durante su comparecencia de ayer.JAVIER GANDULDIARIO AS

Dice Rubiales que cuando Robert le ofreció apartarse la misma mañana del España-Rumanía había que actuar rápido. Y que por eso llamó a Luis Enrique antes de comer. Extrañamente, los programas de la sobremesa ya sabían qué iba a suceder y así lo anunció Manu Carreño. Cuando empezó el partido, todo el país era consciente de que el destino de Robert Moreno estaba sentenciado, pero a él se lo comunicaron cuando el árbitro pitó el final. ¿Pero por qué era necesaria tanta celeridad? ¡Si la Selección no vuelve a jugar hasta marzo! ¿No se debió manejar el asunto con discreción, en la sombra, con calma, siguiendo los pasos correctos y evitando los mismos impulsos que ya empujaron a Rubiales a la precipitación en la salida de Lopetegui?