SIN CADENA

Mi Día de la Marmota: El Pavo para abrir y cerrar el año

Las circunstancias personales me han impedido dedicarle tiempo a la bici, así que es hora de retomar lo que se quedó en punto muerto allá por enero

Cuando, allá por diciembre del año pasado, volví a ponerme un dorsal después de casi una década y con bastantes kilos más en el cuerpo me motivé de tal modo –alguno nos conformamos con poco- que pasé toda la Navidad mirando pruebas para poder ir, haciendo un plan para entrenar y coger, ya sí, la forma a partir de la base que había logrado. Etcétera. En definitiva, lo que se conoce como tener el ‘mono’ de bicicleta y ganas de dar un pasito más.

Me preparé hasta un calendario con varias pruebas, de las que pensaba dar fe aquí. No pensaba yo, iluso, que el 2019 me tenía preparado el año más inestable de mi vida. Cuidado, no por lo personal afortunadamente. Ha sido un año de crecimiento en todos los planos… menos el deportivo. Pero es lo que tenemos los globeros, y es lo que también trato de mostrar de vez en cuando en este espacio. Que no somos profesionales y tampoco podemos pretender vivir como tales porque hay cosas importantes que atender.

Empezando por un cambio de domicilio –el regreso a casa- con una mudanza hecha en varios tiempos. Luego, los días para reubicarlo todo sin dejar de trabajar, con lo que eso supone. Y, para terminar, un cambio de trabajo que sobre todo durante el verano me ha exigido muchísimo tiempo porque entraba en una rueda que ya llevaba tiempo andando y era yo el que tenía que adaptarme a su ritmo.

¿Consecuencia directa? Entrenamiento cero. O casi. En realidad, he tratado de coger la bici todo lo que he podido, pero ha sido poco. Una vez en semana. Dos, cuando había suerte y contando con que una de ellas era a lo mejor una hora por mover un poco las patas. Diez o doce días sin tocarla. Y así sucesivamente. Empezaba un poco y tenía que volver a parar por falta literal de tiempo. Conclusión: todas las fechas de aquel calendario se han incumplido sistemáticamente. No me he puesto un dorsal en lo que va de año, y de horas de bici tampoco es que ande sobrado. La prueba es que, como ya sabéis, durante junio y parte de julio incluso el blog se retrasó.

Así que aquí nos vemos. En septiembre, con el verano boqueando como los peces cuando les toca perder –esta frase no es mía, a ver si alguien adivina de qué canción o grupo sale-, y mirando de nuevo a diciembre para retomar lo que dejamos a medias el año pasado. Por suerte, la rueda que supone mi nueva ocupación ya no va tan rápido para mí y esto me permite más tiempo. El año pasado empecé la preparación del Pavo de Vélez-Málaga el 1 de octubre, y este año la he empezado ya. La semana pasada, de hecho.

Cuando acabe este mes haré una pequeña comparativa de cómo estaba el año pasado y cómo estoy este año, y trataré de reflejaros por aquí la diferencia en varios momentos puntuales de esa preparación en los dos meses y medio finales. Esta vez llegaré con casi un mes más de trabajo.

Como ya dije, se trata de retomar el asunto en la misma fecha del año pasado, cuando me propuse ir a esta prueba –entiendo que el recorrido será el mismo, pero ya veremos-, así que el objetivo va a volver a ser el mismo: terminar, que lo doy por hecho salvo que corra enfermo porque ya lo hice el año pasado, no ser último y, en última instancia, bajar los tiempos de 2018. Teniendo en cuenta que en el tramo libre hice 1h01’ por los calambres, a poco que entrene bien y no repita los errores que me llevaron a ellos, tal vez acabemos con éxito. Así que a darle leña. Que el año pasado prometí estar de nuevo en la salida, y a mí me han enseñado a ser un tipo de palabra.

Lo más visto

Más noticias