Mauricio Pochettino consiguió convencer a la mayoría de jugadores del Tottenham que no sólo valía la pena insistir en el camino que les había propuesto (mejora diaria, todo por el colectivo, encontrar la pasión que les hizo futbolistas), sino que además era necesario que firmara nuevos contratos a sabiendas que el club no tenía dinero para fichar. Así fueron cayendo las renovaciones (Lloris, Dier, Dele Alli, Kane …). El eje de la plantilla entraría junto a la nueva era y el nuevo estadio. Al final lo de la nueva residencia tardó en concretarse seis meses pero el equipo no ha dado un paso atrás, sino al menos uno adelante y solamente un futbolista ha puesto en duda su futuro, el danés Christian Eriksen, al que le queda un año de contrato.

Seguramente este verano se producirán por fin movimientos en el mercado y ventas necesarias, pero Eriksen pertenece a otro grupo: aunque no ha sido su mejor temporada, es el único futbolista del Tottenham con salida hacia los clubes más grandes de Europa. No ha renovado porque espera la confirmación de una oferta del Real Madrid que está convencido que llegará. Desde hace años Florentino Pérez vio en él un jugador de calidad para renovar la ilusión del centro del campo. La cuerda se tensó mucho entre los clubes con el traspaso de Gareth Bale (Levy consiguió convertir al galés en el jugador más caro de la era Florentino pese a la resistencia de éste), pero el Madrid se encontrará a un Levy dispuesto a negociar y, de nuevo, a intentar sacar el máximo posible y un poco más.