El Señor Tino
El pasado domingo cerré la temporada montera en tierras salmantinas. Invitada por mi amiga Ana y su marido Alberto, y acompañada de mi loca cuadrilla de caza, era el broche perfecto para poner fin a en cuanto a monterias se refiere.
El pasado domingo cerré la temporada montera en tierras salmantinas. Invitada por mi amiga Ana y su marido Alberto, y acompañada de mi loca cuadrilla de caza, era el broche perfecto para poner fin a en cuanto a monterias se refiere.
No podía haber sido mejor, ni en mis mejores sueños. No hubo lances, ni grandes bocas, la caza me tenía guardada una de esas sorpresas que recuerdas para toda la vida, algo que los que comparten mi pasión, serán capaces de entender.
No me dilato más y, con un susurro del campo, os pregunto:
¿Cuánto dura un viaje al puesto? Pues si en el coche va el señor Tino, el viaje se hace muy corto.
83 otoños le avalan, con la ilusión de un chaval y la pasión por la caza intacta al paso de los años. Señor no muy alto de estatura y de comprensión delgada, con la piel tersa del aire de la sierra de Salamanca y las arrugas de una vida trabajada.
65 años cazando, la primera escopeta de un solo caño y, a día de hoy, sigue con su paralela dando caza a los jabalíes.
Desde que el señor Tino sube al todoterreno, regresas a tus años de morralero escuchando embobado las conversaciones de los mayores. Lances de una vida dibujada en las montañas de su pueblo, sus primeras andanzas "con una escopeta de un caño y cartuchos de papel, detrás de las liebres, que son más grandes que las perdices".
¿Te acuerdas Miguelin (su sobrino) del tío Aurelio? "No se me olvidará nunca cuando decía: Tino ¿Ves aquella mancha gris encima del risco? Es el lobo y, o lo cazamos nosotros, o nos caza nuestro ganado.
Pero aprende que allí arriba por muchas horas que estés no le cazarás nunca, ponte allí donde el chaparro, y esta tarde, le tendremos cazado". No fallaba. "Vaya enseñanzas que nos daban en el campo, y no ahora esos ecologistas que no saben qué es una avutarda y pretenden enseñarnos de campo a los que hemos nacido entre siembras...". "Pero hijo que llevamos unos años que la menor no se da bien y mira que tengo buenos perros..."
Y sin darnos cuenta esta nuestro postor diciendo que ya estamos en el puesto. Con pena nos bajamos del coche casi deseando que nos recojan para escuchar a este sabio de la caza.
El regreso es más ameno si cabe y la comida, que decir de poder disfrutarla con sus mil y una vivencia. Podría contaros más historias que relató el señor Tino, pero ni por asomo llegó a su capacidad de relato y emoción, pero aun escribiendo estas letras se me pone la piel de gallina recordándole con la pasión y fuerza con la que nos "guiaba".
A mí solo me queda poder plasmarlo aquí y compartirlo con vosotros y, como no relatarle a mi hijo lo vivido y pedirle que siempre escuche con atención a nuestros mayores, ya que en cada palabra obtendrá una fuente de sabiduría.
El año que viene volveré al mismo pueblo a montear con Ana, pero no por la caza, volveré por volver a encontrarme con el señor Tino. A buen seguro mantendrá la misma ilusión y salud.
Gracias Ana y Alberto.