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susurros del campo

¡De recogida!

Parece que fue antes de ayer cuando nos embriagaba la ilusión por el comienzo de la campaña montera. El tiempo pasa impasible y, si echamos la vista cinco meses atrás para hacer balance hasta llegar a octubre, seguro que la cabeza y el corazón se nos llenan con multitud de vivencias y fotografías de los momentos cinegéticos pasados.

¡De recogida!

Parece que fue antes de ayer cuando nos embriagaba la ilusión por el comienzo de la campaña montera. El tiempo pasa impasible y, si echamos la vista cinco meses atrás para hacer balance hasta llegar a octubre, seguro que la cabeza y el corazón se nos llenan con multitud de vivencias y fotografías de los momentos cinegéticos pasados.

Muchos han sido los lances, las tensiones y las alegrías, las emociones compartidas y los éxitos celebrados. A estas alturas ya han quedado atrás el olor y el sabor de las migas con café, el tumulto y los nervios de los sorteos y el sonido de las caracolas que dieron paso a las sueltas, las carreras y las ladras de las valientes rehalas.

Ahora es tiempo para el recuerdo, y también debemos recordar y tomar conciencia de los percances acaecidos a lo largo de esta temporada.

Los valientes perros de rehala
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Los valientes perros de rehala

Lamentablemente la imprudencia, y a veces el desatino, se han llevado la vida de algunos compañeros monteros. A través de estas líneas, pedimos conciencia, sensatez y mesura, haciendo honor de este modo a su memoria.

Como si de un álbum de fotos se tratara, he plasmado momentos en mi retina que, a buen seguro, recordaré siempre. Si tengo que elegir entre uno, sin duda me quedo con las miradas de los más pequeños cuando alrededor de un taco y una viva candela, nos preguntaban sus inquietudes con los ojos desbordados de ilusión, para luego hacer suyas nuestras anécdotas y vivencias.

Espero ver esas mismas caras en el campo dentro de muchos años y sonreír al saber que esos chiquillos ya eran cazadores el día que me escuchaban calentándose del frío. Momentos de un instante…

Si continuo con mi balance personal, no puedo olvidar las esperas de invierno, donde mi mente ordena mi vida bajo la atenta mirada de los búhos y los susurros del campo me llenan de paz.

Y, por último, mis amigos y compañeros de caza, gracias a los cuales, el balance que cada año es más positivo. No en cuanto a resultados, ya que año tras año voy aprendiendo de cada uno de ellos, más de esta nuestra forma de vida: la caza.

Gracias.