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LA MAGIA DEL TENIS

La cara y la cruz de los jugadores perfeccionistas

Descubre y aprende cuáles son cada una de las ventajas e inconvenientes de intentar alcanzar la perfección a toda costa dentro de una pista de tenis.

La cara y la cruz de los jugadores perfeccionistas

Cuando pensamos en perfeccionismo, en buscar siempre la perfección o la excelencia, lo primero que se nos viene a la cabeza es una idea positiva de dicha actitud o atributo. Sin embargo, a continuación veremos que no siempre es la mejor idea obcecarse en la consecución de la excelencia.

En el tenis, como hemos repetido en multitud de ocasiones, debemos acostumbrarnos a convivir con el error, puesto que va a ser el responsable de la mayoría de los puntos que perdamos.

Antes de que continuemos leyendo, es muy recomendable que echemos un vistazo a esta publicación de El País, ya que nos va a aportar conocimientos útiles para completar nuestro concepto de perfeccionismo dentro de una cancha de tenis.

Si somos perfeccionistas y tenemos alergia al fallo, nuestra experiencia en la pista va a ser un auténtico suplicio. Por eso, es importante que veamos cuáles son los aspectos positivos y negativos de buscar la perfección cuando jugamos al tenis.

Pros

Como dijimos al principio, la idea de perfeccionismo está asociada a un concepto positivo. Y, en cierto modo, la búsqueda de la perfección en este deporte tiene sus ventajas.

El tenis requiere de una coordinación corporal muy precisa y del dominio de diferentes técnicas para golpear la pelota. Si nos conformamos con el simple hecho de pasar la pelota al otro campo y sin prestar atención a la forma en la que lo hacemos, seguramente podamos jugar al tenis pero sin tener una gran perspectiva de mejora.

Los jugadores perfeccionistas buscarán siempre potenciar al máximo sus habilidades y destrezas, obligándose a trabajar más para conseguir ese objetivo.

Entendiendo el perfeccionismo de una manera positiva, éste debe ser el impulso que te motive a mejorar tu juego con el objetivo de alcanzar unas metas exigentes pero realistas.

Contras

Aquí llega la parte amarga de la búsqueda de la perfección. Si aceptamos que el ser humano es imperfecto, falible y que el tenis es un deporte que entraña una complejidad notable, entenderemos que es imposible practicarlo sin incurrir en la comisión de errores.

Evidentemente, podrás encadenar tres o cuatro puntos de ensueño, winners que aterricen sobre las líneas, servicios incontestables o dejadas milimétricas. No obstante, el error termina llegando siempre. Por eso, si tu concepto de perfección radica en no fallar jamás y te empecinas en alcanzarlo, entonces estarás tras un objetivo irrealizable que desembocará en la aparición de ira, frustración y ansiedad; ello terminará por destrozar tu tenis.

Entonces, debemos preguntarnos si ese perfeccionismo nos está ayudando a conseguir nuestros objetivos o si, por contra, nos está perjudicando. Por eso, debemos moderar nuestro deseo de perfección, teniendo el suficiente como para mantener la motivación por mejorar pero sin llegar a niveles enfermizos que repercutan negativamente en nuestro rendimiento.

La mentalidad perfeccionista es sólo una forma de pensar y, como tal, podemos cambiarla. Lo más importante es que nos hagamos a la idea de que el ser humano no es perfecto, por mucho que creamos erróneamente que sí podemos llegar a serlo. Tenísticamente hablando, no podemos golpear todas las bolas con la máxima precisión y potencia sin incurrir jamás en errores no forzados.

Experiencia personal

Lo que me ha motivado a escribir esta semana sobre el perfeccionismo ha sido el infierno emocional que muchas veces, como jugador amateur, experimento en la pista. La angustia y la desgana que me ocasiona la comisión de errores y que me impide disfrutar de este deporte, me hacen reflexionar sobre ello.

A ese sentimiento, se une el malestar de tener la sensación de que el rival puede llegar a aburrirse, dado el exceso de errores, por lo que hay días en los que incluso llego a pensar que la mejor opción sería vender las raquetas y dedicarme a otra cosa. No obstante, cuando salgo de la pista y lo pienso razonadamente, con las emociones bajo control, busco algunas claves para tratar de mitigar el malestar que casi siempre aflora cuando practico mi deporte favorito.

Así que, ahora, toca aplicarse el cuento.