SIN CADENA

La traca final: dos semanas para cambiar la historia de mi fracaso

Antes de una carrera hay dos fases a cumplir: rematar primero todo el trabajo anterior y, después, bajar el ritmo para dejar que ese trabajo aflore

Bueno, pues ahora sí que ya no hay marcha atrás. Ya he formalizado la inscripción para el Pavo de Vélez-Málaga, por lo que en poco más de una semana me estaré poniendo un dorsal a la espalda. Lo cierto es que no llego como a mí me gustaría, pero es que para eso habría tenido que entrenar bien por lo menos otros dos o tres meses más.

Como decía, quiero que sea un punto de partida para un 2019 donde, ya sí, haya conseguido un nivel medio decente y pueda hacer algunas que ya ando mirando en el calendario. Una vez acabe, la idea es seguir durante las fechas navideñas para que los atracones no pesen demasiado y a partir de enero dar un paso más. De ilusiones también se vive, por otra parte.

Pero bueno, tampoco es que me haya pasado el otoño sentado y sin hacer nada. Desde el 1 de octubre he entrenado algo menos de lo que me hubiese gustado, pero he entrenado al fin y al cabo. He logrado soltar casi cuatro kilos y esperaba el día de la carrera haber bajado cinco, así que por ahí va a estar pese a no haber podido aprovecharlo todo. En llano la cosa ya ha cogido bastante color, e incluso en pendientes suaves me defiendo. En las que pasan del 6% me cuesta la misma vida.

De hecho, el domingo hice uno de los dos puertos que se subirán en la prueba. Este, en principio, se sube de forma controlada así que la idea era ver si puedo estar, por lo menos, en el ritmo que lleve el pelotón. Tuve unas sensaciones malísimas, quizás de los peores días que he ido en bici cuesta arriba. Pero resulta que hice los casi siete kilómetros de puerto en menos de 26 minutos –los dos últimos son casi llanos-, así que el tiempo no es del todo malo. Tampoco sé si suficiente como para mantenerme en el grupo todo el tiempo.

Sufrí mucho, muchísimo, en las dos únicas zonas por encima del 10% que tiene la subida y no pude poner un ritmo constante después. Pero bueno, esto también va de sufrir y de salvar un día regulero, aunque sea entrenando. Ahora esta semana me toca seguir apretando en el puente. Hoy he soltado un poco las piernas y mañana haré el único día de descanso de toda la semana antes de la traca final con la que espero elevar un poco el nivel.

En definitiva, rematar el trabajo. Después llegará una semana más relajada centrada en aprovechar lo máximo el descanso y dejar que ese trabajo aflore. Esto es igual para un globero de mi calaña como para un profesional. La traca final deja paso al ‘tappering’, del que os hablaré la semana que viene. El martes os cuento.

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