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#Selección: Javier Mínguez se marcó un Cristiano Ronaldo

El seleccionador de ruta condicionó su renovación a un aumento de sueldo tras ganar el oro con Alejandro Valverde y cayó prisionero de sus palabras.

Javier Mínguez y José Luis López Cerrón.
FELIPE SEVILLANO

Javier Mínguez se marcó un Cristiano Ronaldo, con un desenlace parecido: el portugués, que se quejó de su situación en el club en plena celebración de la Champions, ha acabado fuera del Real Madrid. Y el seleccionador de ciclismo en ruta, que pidió un aumento de sueldo después de conquistar el Mundial con Alejandro Valverde, recibió esta semana la comunicación de que no va a ser renovado por la RFEC. Salvando las diferencias obvias, el caso de Mínguez suena más a un error de cálculo por su parte, o incluso a un exceso de sinceridad. Tras ganar el oro en Innsbruck condicionó su continuidad a una mejora económica, que creyó justa por el valor propio del maillot arcoíris, pero también porque se sintió el salvador del futuro patrocinio del equipo Movistar. El problema es que acompañó su reivindicación con unas declaraciones en Europa Press que, además de acusar a López Cerrón de “engaño”, revelaban su salario de 25.000 euros, a lo que hay que añadir las primas de 15.000 (oro), 10.000 (plata) y 5.000 (bronce).

Como la relación de Mínguez y Cerrón había sido siempre de estrecha amistad, al parecer ya rota, los lamentos del seleccionador sonaron inicialmente a confabulación entre ambos. La resolución del caso desmiente este supuesto. Si Javier Mínguez no hubiera desvelado las cantidades y hubiera pedido el aumento en bajito, quizá el presidente de la RFEC hubiera tenido más margen de maniobra para hacer alguna concesión. Hay que tener en cuenta que Cerrón preside una Federación que todavía está en un plan de viabilidad, donde ha habido despidos y recortes. Una subida a Mínguez, que es el técnico con más carga mediática, pero también de los que trabaja menos horas, hubiera podido causar un polvorín interno. La directiva le ha ofrecido el mismo sueldo que tenía, a lo que Javier ha renunciado, porque ya era prisionero de sus propias palabras.