Arnau Baqué

El Espanyol, un año después

Hace casi un año de la visita del Girona al feudo blanquiazul. Ese partido queda guardado en la retina, por lo que se vivió aquella fría noche de un lunes de diciembre. Aquel día, la paciencia de la parroquia perica se colmó y pidió la cabeza de Quique Sánchez Flores. Una petición justificada que fue desatendida por una directiva que demostró desconocer los mandamientos más elementales del fútbol y, que con los meses, se demostró que aquella destitución debería haberse producido mucho antes. Fue una noche complicada donde salimos derrotados ante un club que sibilinamente anhela ocupar nuestro puesto en la historia. Lo hace con la complicidad de los poderes públicos y de los medios azulgrana (véase el empate cosechado por los gerundenses en el Camp Nou esta temporada).

Un año después, el Espanyol llega en un momento pletórico, con la ilusión de volverse a situar arriba en la clasificación y llegar vivo al derbi ciudadano con posibilidades de alcanzarlo en la clasificación, algo que en una Liga como la de ahora era casi impensable. Un partido que significa algo más de tres puntos: es reafirmar tu posición y tu jerarquía ganada a pulso en el campo de batalla a lo largo de nuestra historia. Un año después, el Espanyol también parece un club deportivamente transformado, mejorado, ilusionante, con un Rubi que es un verdadero líder, al timón de la nave, a diferencia de las sempiternas excusas del ex técnico madrileño. Muchas cosas han cambiado y a mejor, afortunadamente. Ahora toca refrendarlas. El Espanyol sigue estando muy por encima del Girona.