Viv Anderson, primero entre desiguales
El defensa fue el primer futbolista negro en la selección inglesa. Le insultaban, le tiraban plátanos... soportó de todo en un campo de fútbol.
A finales de los sesenta empezaron a ser frecuentes los jugadores de raza negra en el fútbol inglés. No es que no los hubiera habido antes. Todavía en época victoriana, el Preston North End tuvo a Arthur Warthon, ghanés, hijo de una familia adinerada que le envió a Londres a estudiar. Portero de prodigiosas facultades, fue admirado como un raro fenómeno. Luego hubo algún caso aislado más, pero cuando el hecho empezó a ser frecuente, los sectores racistas empezaron a inquietarse. ¿Hasta dónde iba a llegar esto?
Aquellos muchachos lo pasaron mal. Hablo de Stan Horne, John Charles (no confundir con el galés), Mike Trevilcok, Brendon Batson, Laurie Cunningham, Cyrille Regis, Viv Anderson, Luther Blisset, Howard Gayle... Muchos eran repudiados por su propia afición, todos por las rivales. Cuando corrían la banda les hacían gritos de ¡uuuuuh!. Con frecuencia alguien tiraba un plátano o alguna otra fruta, para regocijo de la mayoría. Cyrille Regis llegó a recoger de su buzón de correo un sobre con balas.
Los propios entrenadores hablaban, en privado, y a veces no tanto, con cierto desprecio de ellos. Y la prensa. Se decía que sólo podían servir para el ataque, donde su velocidad y potencia resultaban útiles, pero no de defensas ni de medios, porque les faltaba inteligencia para interpretar las claves del juego.
Aquello sólo empezó a cambiar cuando Ron Greenwood, un viejo mediocentro, radiooperador de la RAF en la II Guerra Mundial, llegó a seleccionador. Primero hizo debutar a Cunningham (sí, el que luego vendría a España) en la sub-21, pero aquello no trascendió. El bombazo fue la aparición de Viv Anderson en la absoluta. Anderson era el lateral derecho del gran Nottingham Forest de Brian Clough, que ganó dos veces la Copa de Europa. Jugador alto, rápido, elástico, inteligente. Para entonces tenía 22 años.
Fue el 22 de noviembre de 1978, ante Checoslovaquia, en Wembley. Inglaterra ganó 1-0, y la jugada la inició él, en una arrancada por su banda. Al final del partido encontró en el vestuario telegramas de felicitación de la Reina y de Elton John.
Pero las vísperas fueron agitadas. Ron Greenwood acabó zanjando así las preguntas: "Sea amarillo, morado o negro, si vale para la selección le escojo". Por su parte, Viv Anderson, bien aleccionado, daba mensajes de normalidad: "Mis padres nacieron en Jamaica, yo en Nottingham. Soy inglés, no conozco otra cosa, este es mi sitio y nunca me he sentido extraño".
Estaba siendo económico con la verdad. Más adelante publicó un libro ejemplar, First Among Unequals (El primero entre desiguales). Ahí contó su experiencia en el debut con 18 años en Newcastle. Cuando salió con los compañeros a pisar el campo una hora antes del partido, los aficionados le insultaron, hicieron ruidos guturales. Destrozado, le pidió al mánager, Dave Mackay, no jugar. "Él me obligó. Me hizo un favor. Pero me fue difícil jugar con 50.000 personas gritando cada vez que cogía el balón".
No mucho más tarde llegó el gran Brian Clough. Anderson era suplente. En el campo del Carlisle le ordenó que calentara. Empezó a correr la banda y le tiraban plátanos. Luego, peras y manzanas. Volvió al refugio del banquillo. Clough le miró:
—¿No te he dicho que calentaras?
—Sí, pero es que me tiran plátanos, manzanas, peras...
—¡Pues mueve tu culo, vuelve allí y me traes dos peras y un plátano!
Calentó, salió, jugó bajo el griterío. El rival al que marcó le susurraba al oído: "Negro de mierda". Al final, Clough le dijo:
—Si dejas que gente así dicte tu vida, elegiré a otro.
En 2000, Viv Anderson fue nombrado Miembro de la Real Orden del Imperio Británico, en 2004 entró en el Hall of Fame, fue embajador de la candidatura de Inglaterra para el Mundial 2018 y es permanente su presencia en las campañas de la FIFA contra el racismo. Cada mañana recuerda que al acabar aquel partido de Wembley, Bob Latchford, del Everton, le dijo que ese día marcaría el resto de su vida.
Este lunes, Inglaterra nos visita y nadie echa cuenta del color de la piel de sus jugadores. El mundo ha cambiado mucho en estos años.