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Susurros del Campo

El primer día de caza

En casi todos los puntos de nuestra geografía ya se escucha el sonido de las caracolas, dando el pistoletazo de salida de monterías y ganchos.

El primer día de caza

En casi todos los puntos de nuestra geografía ya se escucha el sonido de las caracolas, dando el pistoletazo de salida de monterías y ganchos.

Aún estamos en temporada de corzo, berrea y ronca del gamo. Por lo que se puede decir que tenemos para cubrir casi todos los gustos de modalidades cinegética, entre esperas, recechos, montería... o sencillamente, para echarse al monte a escuchar los susurros del campo.

A cuento de ello, el pasado fin de semana, decidí hacer lo propio e ir, con prismático en mano, a escuchar bramar el monte (de El Pardo). Y, para mi asombro, tuve el privilegio de escuchar (porque no se dejaron ver), por primera vez, la berrea del ciervo junto con la ronca de los gamos.

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El espectáculo elevado a la máxima potencia (que debe ser mucho porque soy de letras y suena bien). Después de unos días, cuando cierro los ojos, se me vuelve a poner el bello de punta.

La que suscribe aún no ha salido a practicar ninguna de las citadas modalidades, pero ya puedo oler un buen plato de migas con su huevo frito junto al calor de la lumbre y darle buena cuenta rodeada de grandes amigos, antes de colocarme en mi postura.

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Trofeo Caza

Un puesto limpio, donde pueda ver gran parte de la mancha y, si ya cruzan reses, se parecería bastante a la definición de paraíso. Que llegue a conseguir un lance o no, es lo de menor importancia.

Pero aún quedan unos días para abrir la menor y eso hace que muchos cazadores esperen impacientes el momento de ir con sus perros detrás de tan preciadas piezas. Entre ellos, yo.

Es como si viese a mi perro echarse al lado del morral mientras suena el despertador (que no hace falta ni ponerlo ya que, la noche previa a la apertura de la general, no duerme ningún cazador de bien). Mover el rabo y agitarse de un lado a otro de la cocina mientras me tomo un café bien cargado... Es como un ritual: el primer día de caza.

Durante estos meses he escrito de temas muy variopintos, desde como señalizar nuestros cotos, seguridad en la caza, de nuestros fieles compañeros de caza, carne silvestre, tipos de caza, la importancia del relevo generacional, etc.

Por eso hoy no quiero despedirme sin dejar de dar las gracias a nuestros familiares y amigos por aguantarnos como somos, por sufrir nuestros desvelos y nuestras ausencias, por aburrirles cobrando mil y una vez nuestros lances, por soportar nuestro mal humor cuando algo nos impide salir al campo, incluso acompañándonos alguna vez sin que les guste la caza solo por vernos feliz. Por su eterna paciencia.

Dar las gracias también a esas familias que cazan juntas, ya que es el sueño de todo cazador y también porqué no, dar las gracias a esas personas que no les gusta la caza pero nos respetan

¡Gracias!

Ahora si ¡Salud y buena caza!

Rocío de Andrés

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