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PLANETA E-BIKE

¿Conviene esperar para comprar una e-bike?

La evolución de las bicicletas eléctricas es tan constante como imparable, nunca será lo último durante demasiado tiempo.

¿Conviene esperar para comprar una e-bike?

Conozco, nada extraño, a bastantes aficionados al ciclismo que se muestran interesados en pasarse al lado oscuro y comprarse una e-bike. Les convencen todas sus ventajas y, sin embargo, han decidido esperar a que el segmento siga evolucionando para concretar su intención. Ya sabemos, los clásicos argumentos de “los motores serán más fiables”, “las baterías tendrán más autonomía” o “los precios acabarán bajando”.

Me parece una postura aceptable, faltaría más, aunque no la comparto en absoluto incluso admitiendo que tales teorías no carecen de lógica. Cualquier producto de consumo, especialmente los tecnológicos, se encuentra en constante evolución, así que si aspiramos a tener lo último de lo último durante un largo periodo, me temo que mal vamos.

Las pantallas de televisión son cada año más grandes y con más definición; los teléfonos inteligentes se aligeran en la misma proporción que ganan en prestaciones; cada nueva generación de modelo de coche supera claramente a la precedente en eficiencia, seguridad o equipamiento; los ordenadores que hace un lustro años eran el no va más hoy casi se pueden desechar…

La lista sería interminable y las bicicletas eléctricas, por sus particularidades tecnológicas, se han sumado a ella, desde luego en mayor medida que las convencionales. Por supuesto que una pedelec dentro de tres temporadas será superior a una actual de gama o precio equivalente, así que esperar insisto en que desde luego es una opción… pero no la mía. Renunciar a tanto tiempo de disfrute y satisfacciones esperando un producto que supuestamente será mejor diría que carece de sentido, sobre todo si nos planteamos una pregunta simple pero determinante: ¿necesito mucho más para divertirme?

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La mayoría de las e-bikes que ofrecen ya hoy los fabricantes de prestigio son de una solvencia intachable y superan con creces las exigencias de cualquier usuario medio, porque no podemos olvidar que cuando te subes a una bici electrificada después de una vida entera dando pedales a músculo las sensaciones son simplemente increíbles. Ninguna gran marca pone en el mercado un producto sin la fiabilidad necesaria y si surgen problemas de juventud los resuelven con su política de garantías, así que esta cuestión  tampoco me parece un argumento de peso en tal sentido.

¿De verdad hace falta más potencia eléctrica? ¿O más autonomía? ¿Rodaremos mejor cuando la bici se aligere un par de kilos? ¿Nos divertiremos más con cuatro modos de uso en lugar de tres? Pues quizá sí… pero posiblemente no. Y pese a su precio elevado, la compra de una buena e-bike tampoco debería considerarse como una especie de cadena perpetua, al igual que ocurre con la mayoría de los vehículos (incluyendo las bicicletas convencionales) disfrutan de un valor residual que se puede utilizar como punto de partida para la adquisición de una nueva bici más avanzada.

Pienso que este mercado de ocasión tiene un enorme potencial de crecimiento, el parque de pedelec es todavía muy pequeño y son numerosos los clientes para los que puede resultar interesante el precio inferior de una bicicleta de segunda mano en buenas condiciones.

Así que, volviendo al principio, cuando algún amigo de salida mira con ojos golosones mi e-bike y me pregunta al respecto, mi respuesta es siempre la misma: compra la bici cuando te apetezca o puedas, sin obsesionarte por nada más que lo mucho que la vas a disfrutar hoy y ahora. Quién sabe lo que nos depara el futuro, ¿no os parece?