Hierro no sólo se juega el Mundial, se juega un marquesado. Juan Carlos I hizo Marqués de Del Bosque al exseleccionador por su título en Sudáfrica y barrunto que Felipe VI seguirá el ejemplo de su padre si Hierro repite la conquista en Rusia. Estas cosas tienen el fútbol y la nobleza. Porque Hierro, hace una semana, se sentaba en la tribuna a ver los entrenamientos de España sin más intención que hacer más fácil la vida a los del verde, entre ellos su predecesor, Julen Lopetegui. Hasta el día del cisma, la trayectoria de Fernando en los banquillos se había limitado a dirigir una temporada al Oviedo, en Segunda.

Pero del caos nacen las estrellas. Y en el fútbol más. A Dinamarca la invitaron a participar en la Eurocopa de 1992 por la guerra en Yugoslavia, que se desmembró y no pudo asistir. La mitad de los jugadores daneses estaban en Ibiza y la otra mitad en Miami. Y el seleccionador en Marbella. Pero se juntaron, comparecieron y ganaron el Campeonato de Europa. A Dinamarca le pilló el torneo como a Hierro el cargo de seleccionador. Ahí lo dejo. Por lo tanto, veremos a ver qué pasa. Ya dijo ayer el propio Fernando que “los que ganan los partidos son los jugadores, y los entrenadores aspiramos como mucho a no perderlos”. Una posición inteligente que merecería un marquesado llegado el caso. Veremos.