¿Se pedalea de forma diferente con una e-bike?
Las características específicas de una bicicleta eléctrica condicionan en parte su utilización
Sigamos con nuestro cursillo rápido de iniciación a las e-bikes, ya sabes, conceptos básicos para quienes se incorporan a esta nueva modalidad de ciclismo (expertos quizá mejor abstenerse, al menos por el momento). Hemos visto que una bici de montaña con asistencia eléctrica cuenta con una serie de particularidades propias de su concepción, que lógicamente condicionan en ciertos aspectos su uso. Es casi una nueva forma de pedalear, puesto que la influencia del motor debe ser tenida en cuenta en determinadas circunstancias.
Como mucho de estos conceptos de las e-bikes son algo intangibles, cuesta más intentar explicarlo que experimentarlo. Lo importante es que sepamos descubrir el carácter de nuestra bici, la forma en la que nos ayuda en cada circunstancia, la influencia de la orografía en su rendimiento… En fin, todos y cada uno de los parámetros determinantes en esta modalidad del ciclismo y que no dejan de ser un aliciente más del que disfrutar, aprender cómo sacarle el máximo partido a la electricidad en combinación con nuestras condiciones físicas.
En esta misma línea se encuentran los modos de utilización del software, las distintas posibilidades de entrega de potencia disponibles y en qué momento o condiciones es adecuado utilizar cada uno de ellos. En casos como el de la Specialized Turbo Levo, además, cada uno de sus tres modos es personalizable a través de una aplicación de móvil que se conecta con la bici, con lo que las posibilidades de uso son casi infinitas (una tecnología que se va ampliando poco a poco a otras marcas). Requiere un periodo de experiencia obtener las conclusiones necesarias para alcanzar ese ideal de compromiso entre la asistencias eléctrica, el ejercicio físico y la autonomía, con lo que este desafío se convierte en otra de las claves de la práctica del mountain bike eléctrico.
Por el mismo motivo, las frenadas se ven afectadas por el mayor peso del conjunto bici-ciclista. Los discos de las e-bikes son por así de mayor diámetro y potencia, pero además es importante tomarle la medida a las distancias de detención en este nuevo contexto de un exceso de kilos. Hay quien incluso, en descensos prolongados, llega a sufrir el agotamiento de los frenos por su sobrecalentamiento, mucha atención a este riesgo hasta que le tengamos cogida la medida al rendimiento de nuestro equipo, sobre todo los ciclistas corpulentos o los que disfrutan más cuanto mayor es la velocidad a la que bajan.
La ubicación del motor en el eje del pedalier es otro aspecto a valorar en determinadas circunstancias. Es una zona de la bicicleta más ancha de lo habitual y, muy frecuentemente, también con menor altura libre al suelo, con lo que es frecuente tocar con ella o los pedales sobre el terreno, incluso lateralmente en roderas. Nada alarmante en principio pero mejor permanecer atentos. Y hablando de atención, he notado que existe el peligro de, al más puro estilo de esos conductores despistados que todos soportamos en la carretera, distraernos mientras se pedalea con los dispositivos complementarios que montan las e-bikes para la gestión de su software, ya sean propios o de terceros a través de GPS del estilo del Garmin.
Por supuesto que no sólo vamos a hablar de condicionantes en las e-bikes, todo lo contrario. Lo más gratificante es disfrutarlas, entender que con ellas somos capaces de afrontar subidas, obstáculos o desafíos que antes nos parecían inviables. La asistencia del motor es una bendición en circunstancias que de otro modo nos llegarían a horrorizar, así que explotarla como fuente de diversión permanente es otra de las particularidades que más destacaría de cualquier pedelec que se precie. Ya sabemos que en el ciclismo de montaña no todo tiene que ser sufrir…