Problemas aéreos y Cristiano como termómetro

Nada detiene la escalada del Real Madrid, ganador en Ipurúa de un partido exigente y goleador frente al Girona, que confirmó en el Bernabéu todos los elogios que ha recibido en su primera temporada en la Primera División. Jugó con entereza y rapidez, nunca dimitió y fue capaz de sobreponerse a los buenos trechos del Real Madrid. Salió goleado, pero dejó en el ambiente el aroma de los equipos que saben lo que hacen, y lo hacen muy bien. Su paso por el Bernabéu tuvo consecuencias. Marcó tres goles, todos de cabeza, y abrió una interrogante sobre las debilidades del Madrid en el juego aéreo.

Cualquier síntoma, positivo o negativo, se analiza al detalle en estos días, vísperas de los cuartos de final de la Copa de Europa. Es una mala noticia conceder tanto en el área y de la misma manera. El Girona se impuso con tanta claridad en el juego aéreo que el Madrid tiene que imponerse una asignatura urgente: remediar contra la Juve un problema que puede significar la eliminación. Después del partido con el Girona, los jugadores de la Juve parecen más altos, más fuertes y mejores cabeceadores.

Fue la única contrariedad del partido, pero el equipo tendrá que corregirla. El Madrid se había comportado razonablemente bien en el juego aéreo, pero ha fracasado en los últimos cuatro goles que ha recibido. Iván Ramis cabeceó el gol del Eibar en Ipurúa y el Girona se impuso con claridad en los centros. Es una mala estadística, pero el equipo tiene recursos y jugadores suficientes para solventar esta preocupación. Si hay algo que distingue al Real Madrid es su capacidad para elevar el grado de atención y el nivel de eficacia en la Copa de Europa.

Por fastidioso que pueda resultarle al Madrid sus últimas concesiones defensivas, el principal defecto del equipo parece casi superado. Se trata del juego. Después de la eliminatoria con el París Saint Germain, ha recuperado la vitalidad que raramente mostró durante los meses anteriores. El Madrid recuerda poco a poco su mejor versión: equipo rápido, vigoroso y a veces incontenible. Zidane ha reducido el número de habituales a 14 o 15 jugadores. Digamos que ha establecido con ellos su red de confianza. Difícilmente habrá más pruebas.

El sistema se inclina cada vez más al 4-4-2, pero con una diferencia con respecto al pasado año. Isco se aleja de la titularidad que tuvo garantizada en la recta final de la Liga anterior y ganan protagonismo Lucas Vázquez y Asensio. Se pierde por tanto un interior (Isco) para ganar más presencia por las alas, aunque tanto Lucas Vázquez como Asensio son inteligentes para trazar diagonales y atacar el área por sorpresa.

Bale marcó uno de los seis goles al Girona, pero todo indica que será Benzema el titular junto a Cristiano Ronaldo. Aunque la hinchada tiene una relación irregular con el delantero francés, todo el mundo sabe que Cristiano se siente especialmente cómodo con Benzema. No es una relación cualquiera. Cuando Cristiano entra en combustión goleador, y éste es el momento, no hay nada mejor que procurarle todo aquello que le beneficie.

Cristiano Ronaldo es el termómetro que marca la salud del Madrid, no sólo por sus goles, sino por el arrebato que produce en el equipo. Nada tiene que ver el intrépido Cristiano de las últimas semanas con el pesaroso de la primera vuelta de la Liga, una ecuación que se puede trasladar perfectamente al equipo. Nada tiene que ver el ágil y vigoroso Madrid actual con la espesa versión que ofreció hasta la irrupción de su gran estrella.