Entradas por 99 céntimos en Azerbaiyán y por 1.492 euros en el París del PSG

El Chelsea. Echo un vistazo a la web de un supermercado británico y ni siquiera encuentro patatas fritas por menos de una libra. Pero por un precio inferior, 88 peniques (99 céntimos de euro), puedo comprar una entrada de Champions. En concreto para el partido que el Chelsea disputará en un mes en Azerbaiyán. Le espera el Qarabag, también rival del Atlético. Dos manat, ese es el precio de un asiento en el anillo superior de los fondos. Quizá desde allí no se aprecie bien si el gol lo marca Morata o Hazard, pero por 88 peniques no vamos a pedirle peras al olmo. Ni siquiera a los olmos de Agdam.

Con el Bayern. París cae algo más cerca que Agdam, pero a la vez tan lejos... Ahí sí que hay que rascarse el bolsillo y más que eso, mañana aguarda un PSG-Bayern cuyo cartel es un neón que alumbra a toda Europa. ¿La entrada más barata? 134 euros. ¿La más cara? 1.492 euros. Pero no corran al cajero, no, al parecer están todas vendidas. Ese 1.492 sí que es el descubrimiento de América, el nuevo mundo que acerca Neymar al Parque de los Príncipes, convertido en el estadio europeo con las entradas más caras. Es lo que tiene querer comer caviar de septiembre a mayo.

Caro para Glasgow. Esa locura por el PSG se traduce en los precios como local, pero también como visitante. En Bruselas (Anderlecht) o Múnich (Bayern) vivirán lo que ya vivieron en Glasgow en el estreno europeo. En los diarios locales se quejaban de que la subida en los precios dejará a muchos niños sin ver a estrellas del momento como Neymar o Mbappé. El paquete de tres partidos para los menores de 13 años sube a las 81 libras (91 euros), algo muy criticado teniendo en cuenta los precios del fútbol en Escocia y el nivel adquisitivo en una ciudad como Glasgow. Los datos retratan: las entradas de Champions en Celtic Park son más caras que en Stamford Bridge (Chelsea), Wembley (Tottenham), Old Trafford (Manchester) o Anfield (Liverpool).

Sevilla y el Spartak. En algunos casos, ni con todo el oro del mundo puede uno hacerse con una entrada para la Champions. Es lo que sucede a los aficionados del Spartak de Moscú, a quienes la Comisión de Control y Disciplina de la UEFA ha cerrado las taquillas en las narices (sentido figurado) para el partido del 1 de noviembre en el Sánchez Pizjuán. La razón, los incidentes de los más radicales en la visita a Maribor: bengalas, lanzamiento de objetos con multa de 60.000 euros. Se pierden ver el partido y, sobre todo, se pierden ver Sevilla. Y eso no tiene precio.