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Cristiano se vuelve minimalista

EI último peldaño de la temporada ha pertenecido a Cristiano Ronaldo, que no ha dejado ni las migas a su alrededor. Camino de los 33 años, se había abierto un debate sobre su vigencia, aparentemente relacionada con la pérdida de sus impresionantes facultades físicas. Poco a poco se despedía el jugador que amenazaba con el gol desde cualquier lugar del campo para abrir paso a un delantero más convencional. ¿Sería suficiente para mantenerle como buque insignia del Real Madrid, con el enorme desafío que eso supone? La respuesta de Cristiano Ronaldo ha sido atronadora. Su racimo de goles en las últimas semanas ha sido decisivo para colocar al equipo al borde de un año histórico.

Lo primero que ha desmentido Cristiano es su declive físico. Preso de la lesión que sufrió en la Eurocopa, comenzó la temporada con menos vitalidad y menos goles de la habitual, perjudicado por la peor comparación posible: la de Cristiano contra Cristiano. Había dejado atrás su condición de vendaval con botas, pero comenzaba a anticipar su fascinante adaptación al delantero que es ahora: implacable por concreto en el juego y clínico en el remate.

Siempre se sospechó que Cristiano llevaba dentro al mejor delantero centro, en la versión clásica de un oficio que ha evolucionado con el tiempo. Sin embargo, a Cristiano Ronaldo le ha apetecido siempre un gran radio de acción. Se lo pedía el cuerpo y un carácter competitivo que le exigía el máximo protagonismo. Entre sus innumerables cualidades, la paciencia no era la que más le distinguía. Es cierto que su apetito era insaciable, pero a veces también ha parecido víctima de su ansiedad. Lo quería todo y al momento.

En muchos aspectos, este Cristiano Ronaldo es más fascinante. Aunque todavía dispone de grandes recursos físicos, lo más notable de su final de temporada ha sido su reconversión como futbolista. Detrás del tremendo atleta que ha arrasado el fútbol mundial durante casi 15 años, se encontraba el delantero concreto capaz de desprenderse de la hojarasca y acercarse cada vez más al minimalismo. No es nada fácil ese trayecto. No basta con disponer de las condiciones, sino de aceptarlas y aprovecharlas.

Cristiano ha contado con dos ventajas en este trayecto. Por una parte, ha comprendido que limitarse no es decaer y, por otra, ha recibido la colaboración de todo el equipo en su tránsito como jugador. También le han favorecido las circunstancias. Rara vez ha coincidido en la alineación con Gareth Bale, cuya presencia invita al 4-3-3 por obligación o por devoción de los entrenadores.

Sin el galés, Cristiano ha funcionado como electrón libre en una estructura menos rígida, perfectamente suministrado por Benzema, el más generoso de los delanteros, y la fenomenal corte de centrocampistas, con Isco a la cabeza de todos. El resultado supera todas las expectativas. El Madrid desemboca en Cristiano Ronaldo con una variedad de recursos muy superior a la de los últimos años, con un claro beneficio del equipo, más versátil, mejor construido y más eficaz. A cambio, Cristiano Ronaldo añade un aprovechamiento máximo de sus condiciones, las del apabullante goleador que ahora elige sus momentos y no interfiere en el juego.