Luis Enrique, honesto pero cómplice

Debe ser duro para Luis Enrique tener que contestar ante los medios que la segunda unidad del Madrid “no” ha aportado más que la del Barça esta temporada. En Isco, Asensio, Lucas Vázquez o Morata, hasta en James con sus rabietas (por no hablar de Nacho, Kovacic…) , Zidane ha encontrado oxígeno para resolver partidos de entreguerras y recursos para sorprender en grandes noches. Pero, especialmente, lo que ha conseguido es engrandecerse como técnico. Nunca se sabrá si han sido los jugadores o su gestión. El caso es que el James del Sevilla en Copa, el Isco de Gijón, el Morata del Athletic o el Asensio del Bayern le han permitido ponerse una medalla. Eso no lo ha tenido Luis Enrique.

Luis Enrique ha podido tener muchos defectos internos estos años como entrenador del Barça, pero lo que no le podrá reprochar ningún futbolista de ese vestuario es que le haya dejado en evidencia públicamente. Los ha protegido a todos, incluso a los que no tenían defensa por actitud o cualidades futbolísticas. Este viernes volvió a hacer un intento. El problema es que no cuela. Arda ha resultado un fiasco. Alcácer apenas ha ofrecido luces. André Gomes ha desesperado a la grada, Denis se ha ido apagando, Digne no ha tenido relevancia… Luis Enrique ha preferido quedar mal a no decir públicamente que es un riesgo para la salud de Iniesta alinearle tres partidos seguidos.

Y eso sin hacer sangre en la inversión, desmesurada si atendemos a los 35 millones más 15 en variables de André Gomes, 30 millones más dos de Alcácer, 40 millones hace dos temporadas por Arda. He ahí la debilidad de Luis Enrique, un entrenador que, por lo que cuentan y lo que demuestra, es honesto y entero y, salvo la frustración de Turín, jamás ha disparado contra sus jugadores. Pero que ha sido colaboracionista con una tremenda inversión que se acerca a los 200 millones de euros y en la que él ha participado sin resultados. Luis Enrique siempre me ha parecido honesto. Pero ha sido cómplice de la planificación.