¿Jugar mal es peor que no ganar?

La doble moral del aficionado, y de todos los seguidores de un equipo (me incluyo), se podría resumir, de manera general, con algo así: “Al menos sumamos un puntito”. Esto, después de que el equipo se haya quedado tieso en el campo y haya estado a años luz de lo que viene haciendo.

Nos volvemos resultadistas cuando no hay más argumentos. Incluso hay quien aprovecha la victoria para decir que se jugó bien.. No, pues a veces ganar implica hacerlo mejor que el rival, no hacerlo bien. Lo bueno es que el tiempo va poniendo a cada uno en su sitio con esas ideas. Un puntito por aquí, un puntito por allá... Pero luego necesitas cambiar de entrenador cuando llegan las crisis porque no hay una línea coherente en el juego que se está haciendo. No hay manera de saber cómo va a salir el equipo del agujero.

Por suerte tenemos en la casa amarilla a Quique Setién. El más duro crítico. Cuando empezamos a ser resultadistas, él nos para los pies y nos recuerda lo que es jugar bien. “No sé si merecimos el empate”, dijo tras el partido ante el Leganés. Es ese pensamiento el que ha llevado a uno de los humildes a estar pensando en cosas que le tocan de lejos. ¿Europa? Jugando así, sí. Nadie dice: “Ganando así, sí”. Porque Las Palmas gana pocos partidos (dos en los últimos diez). Esa estadística no refleja nada. Lo mismo que los resultados. Daniel Carnevali, mítico portero amarillo, lo dijo en una entrevista a este periódico: “Queríamos jugar bien en Primera División con un equipo de canteranos... Y lo tenemos”. Por todo esto, trato de quitarme esa doble moral, pero ¿me molesta más jugar mal que no ganar?