Javier Martín

Premio para la indolencia

Se queda fuera de la Champions el mejor equipo del grupo (porque el Dortmund es el mejor de Europa atacando y la virgen de Fátima defendiendo). El Sporting de Lisboa ya debió ganar en el Bernabéu, donde dio una soberana lección de juego colectivo, agresividad, desparpajo, y lo volvió a hacer en el estadio de Alvalade. También una soberana lección de Jorge Jesús a Zidane. Enfrente, es verdad, tenía a un Real Madrid que jugaba con seis o siete, los otros, entre ellos Cristiano Ronaldo, podrán darle la camiseta a algún niño sin necesidad de lavarla, porque si huelen a algo será a perfume.

La colonia le pierde al Madrid. Yo creo que en el césped estaban escuchando a los comentaristas de la televisión portuguesa, qué respeto les tenían, qué elogios a cada tontería de Cristiano o a las cabriolas de Isco (hijo, hay que jugar cada día, no uno sí y cuatro no). Y mientras oían los halagos las estrellas de los cromos, los chavales del Sporting se llevaban cada balón, cada forcejeo, eran rápidos, intuitivos, ofensivos, solidarios, todo lo que hay que tener para ser un equipo en cualquier profesión. El Sporting ganó en todo al Madrid, menos en pereza, pero perdió como perdió en el Bernabéu y como perdió con los alemanes, por esa pizca de suerte, por esa excesiva ilusión en ocasiones, no ayer que nunca perdió la compostura. Ayer, contra el Real Madrid el Sporting jugó un partido redondo del primer minuto al 95, con once jugadores o con diez, que más da si siempre estuvieron en superioridad numérica, mental y física, porque los de enfrente, en realidad, eran unos lilas.