Sin duda Rodgers está entre los cinco mejores QB que juegan actualmente en la NFL, un autentico pistolero en el emparrillado capaz de disparar certeros lanzamientos a sus receptores en diferentes posiciones. La habilidad del QB de Green Bay es extrapolable a todos los QB que juegan en la NFL, porque llegar hasta allí, aunque seas suplente, es entrar en la élite de este deporte. Otra cosa es como rindas tú y el equipo.
Todo, si se puede, en menos de tres segundos.
Y este rollo introductorio para explicar de modo científico que lleva al QB a ser preciso. Antes de seguir he de decir que no soy físico o ingeniero aeroespacial o aeronáutico, solo geólogo, así que si hay algún error en lo que voy a explicar, por favor, si hay un físico en la sala nos saque de dudas y me sepa perdonar.
Los lanzamientos más habituales en un partido son los que rondan las 10 yardas. Son lanzamientos cortos, donde la precisión necesaria tiende a ser menor. Aquí es donde el QB debe saber elegir perfectamente a su receptor, puesto que tener a un defensor pegado puede acabar con un incompleto o una intercepción. Estos lanzamientos se realizan a un bajo ángulo, de unos 6º y a una velocidad de 90 Km/h, lo que hace que el tiempo entre la salida de las manos del QB hasta la zona del receptor sea de menos de medio segundo (0,44 s exactamente).
Este volumen implica una serie de variantes que son la velocidad de lanzamiento, el ángulo de lanzamiento y la velocidad del receptor. Las dos primeras definen la distancia a la que puede llegar el lanzamiento y el tiempo de vuelo. La tercera el área de recepción que también depende del tiempo de vuelo.
Pero si modificamos el ángulo también variamos la distancia. A una misma velocidad la distancia aumenta cuanto más alto sea el ángulo de salida hasta alcanzar los 45º exactos, momento en el que comenzará a decrecer la distancia de igual modo a como aumentaba. Por ejemplo, con lanzamientos a 30º y 60º se alcanzaría la misma distancia.
La velocidad del receptor es necesaria para definir la base del volumen de recepción. El promedio de velocidad de los datos de los Combine, en concreto de la velocidad con la que realizan las 40 yardas, varía entre los 4,3 a los 4,6 segundos en posibles receptores (TE, WR, RB). Pero esta velocidad solo estará representa en un juego real al 75 % como máximo, debido a que hay que fintar, cambiar de velocidad, realizar movimientos en la ruta, para deshacerse de los defensores y que acaban mermando la velocidad.
De forma práctica podemos tener un QB que es capaz de lanzar el balón a 25,5 m/s (91,8 Km/h algo más de 57 Mph). Al efectuar el lanzamiento con 5º de ángulo, está realizando el estándar de 10 yardas. Si aumenta su lanzamiento a 10º, esto duplica su longitud, y para tratar de realizar un “Hail Mary” tendría que realizar el lanzamiento con 30º de ángulo, para alcanzar las 52 yardas de longitud.
Para calcular esta área se tiene en cuenta el tiempo de vuelo, las velocidades de los receptores al 70 y 75% respecto a su capacidad máxima y un arco de 20º donde el receptor puede moverse en la dirección a la que se dirige el balón sin mermar en exceso su velocidad.
Para ampliar al volumen se necesitaría saber la envergadura del receptor para determinar la altura en la que sus brazos son capaces de moverse para tomar el balón. Para un hombre de 1,90 m de altura he estimado que es de unos 1,20 metros para que recoja el balón sin tener que tirarse al suelo o tener que saltar. Así, finalmente, se obtiene un volumen aproximado de 1,08 m3, aproximadamente como dos armarios de cocina.
Otro aspecto del aire es la densidad. 28 de los 31 estadios donde se juega la NFL habitualmente se encuentran por debajo de los 300 metros sobre el nivel del mar (m snm) y dos de ellos, los de Atlanta y Arizona, sobrepasan ligeramente esta altura. El Everest se encuentra en el Mile Stadium de Denver a 1590 m snm, de ahí su nombre.
Por último hay que tener en cuenta la variable meteorología la cual no influye en los nueve estadios cubiertos, por lo que se elimina la lluvia, la nieve, la niebla y por supuesto el viento en los lanzamientos.
Otra cosa diferente es saber leer las defensas, las carreras de los receptores o tomar la mejor elección en momentos de tensión. Eso es otro cantar que solo se adquiere con la experiencia, que da a los QB de la NFL la categoría de semidioses. Ser un dios solo está reservado a unos pocos.