Previas divisionales: Broncos-Ravens

Mariano Tovar


Al principio de la temporada escribí un artículo afirmando que Peyton Manning ya nunca sería el mismo, que estábamos viviendo sus últimos coletazos, que no tenía fuerza en el brazo y que no terminaría la temporada porque su lesión de cuello le obligaría a retirarse antes. Mira que he escrito gilipolleces en mi vida, pero creo que esta se lleva la palma.

Peyton Manning no solo ha jugado bien. Ha hecho una temporada mágica, inconmensurable, portentosa y merecedora de un MVP que muy probablemente le concedan. Ha firmado el segundo mejor rating de su carrera, el segundo número de yardas, el segundo mayor número de touchdowns, el segundo mejor porcentaje de completos, el segundo mayor número de pases completados, el tercer mayor número de yardas ganadas por intento… Y no estamos extrapolando de una carrera corta y mediocre, sino de 14 temporadas brutales a la cabeza del pelotón no solo de su tiempo, sino de toda la historia de la NFL.

Peyton Manning ha sido el motor que ha puesto en órbita a unos Broncos que sin él al mando muy probablemente se hubieran codeado con la clase media, peleando por un puesto en wild card y gracias. Que nadie lo olvide, el equipo de Denver ha terminado el primero en la mayoría de los power rankings más prestigiosos y su última derrota fue el 7 de octubre, contra los Patriots, cuando Peyton todavía se estaba compenetrando con sus nuevos compañeros.

Y por eso los Ravens llegan como víctimas. Ya se enfrentaron hace un mes en Baltimore, y los de Denver se dieron un festín. Ganaron 17-34 y los dos touchdowns de los locales llegaron en el último cuarto, cuando sus rivales ya estaban de picnic sobre el emparillado, comiendo ensalada de Flacco, alitas de Boldin y revuelto de Rice.


DENVER BRONCOS

Lo de menos es si el calendario de los Broncos fue sencillo o complicado. Lo llamativo es la solvencia con la que se impusieron en todos sus partidos. Sobrados, sin sobresaltos. Incluso en las tres derrotas rozaron la remontada con últimos cuatros estratosféricos de Manning. Y eso que a esas alturas sufría más intercepciones de la cuenta y sus lanzamientos no salían con la fuerza acostumbrada. En cuanto consiguió desoxidarse, Peyton nos descubrió una faceta desconocida. Pese a sus números, su papel ha cambiado significativamente. Este año no hemos visto un equipo jugando para él, como sucedía en los Colts, le hemos visto a él jugando para su equipo.

Y por eso hemos disfrutado de un Peyton nuevo. Mucho más gestor del juego, más paciente, menos vertical y con más control del reloj, dispuesto a ejecutar jugadas que nunca usaba en su antiguo equipo y mucho más generoso. Primero McGahee y más tarde Moreno, han sido importantes para el funcionamiento de la maquinaria y han aprovechado el pánico que el QB provoca en las defensas rivales, y la acumulación de jugadores en secundaria, para campar a sus anchas. La consecuencia ha sido un ataque muy imaginativo sin salirse de la ortodoxia. La sensación era que los Broncos tenían en todos sus enfrentamientos un plan de juego mucho más rico que nadie.


Manning también ha conseguido sacar el máximo partido de un grupo de receptores cuyo rendimiento ha sido espectacular. Demaryus Thomas merece ser incluido en la lista de transformers. Creo que Peyton nunca ha tenido a su disposición un receptor con tanto poderío físico y eso ha compensado las posibles dificultades del veterano QB para lanzar con potencia a campo abierto. Thomas ha bajado todo lo que caía a su alrededor.

También me ha sorprendido el trabajo de su línea ofensiva. A principio de temporada la critiqué como lo peor de estos Broncos y el tiempo ha demostrado que un buen QB que suelta el balón rápido y obliga a las defensas a centrarse en el pase, facilita mucho el trabajo de cualquier OL. De todos modos, en algunos partidos sí que ha tenido actuaciones sospechosas, permitiendo que Manning fuera más presionado de lo que desearía. Lo bueno para ellos es que Clady y Kuper regresan recuperados de sus lesiones.


Pero tal vez el gran secreto de estos Broncos haya sido la defensa, aunque en este punto quizá sí que se haya beneficiado de un calendario que le ha cruzado con muy pocos ataques explosivos y de que las ofensivas rivales han tenido que arriesgar mucho para intentar competir contra el marcador.

Han presionado más que nadie a los QBs rivales. 52 sacks lo acreditan. Dumervil y Von Miller han sido literalmente imparables y Wesley Woodyard también ha hecho un temporadón que quizá no ha sido suficientemente valorado. El front seven ha acribillado a los QBs rivales y ha frenado en seco todos los ataques terrestres a los que se ha enfrentado. No se puede pedir más. La secundaria también ha jugado a un nivel sensacional. La veteranía y el prestigio de Bailey le han llevado a la Pro Bowl, pero Chris Harris ha terminado como un meteoro.

Llevamos varias semanas discutiendo cual ha sido la mejor defensa del año, si la de Seattle o la de San Francisco. Incluso en septiembre y octubre incluíamos la de Houston en el debate. Tal vez ninguna de ellas. Muy probablemente, la de Denver haya sido más dominante que ninguna, aunque el brillo de Manning no nos haya dejado ver el resto de las joyas que había en los Broncos.


BALTIMORE RAVENS

La semana pasada nos quedamos con la sensación de que Flacco y sus pases profundos seguían siendo el primer mandamiento del ataque de Baltimore, pero eso no es del todo cierto. Los Ravens balancearon el juego mucho más de lo que lo habían hecho en toda la temporada. 23 pases y 32 carreras. La pregunta es si esa tónica seguirá este fin de semana o fue un plan de juego específico para aprovechar la debilidad de la defensa de los Colts contra la carrera. Bernard Pierce y Ray Rice (a pesar de sus dos fumbles), sumaron 173 yardas de carrera y fueron los grandes culpables de que la defensa de los Colts tuviera que acumular gente en la caja y Flacco encontrara a sus receptores mucho más descubiertos.

Sigo pensando que el ataque de los Ravens solo funciona si se apoya muchísimo en la carrera. Flacco no puede competir en un mano a mano contra Peyton Manning y la agresividad de la defensa de Denver puede jugar a favor de los de Baltimore si estos consiguen asentar un ataque terrestre. Ray Rice querrá resarcirse de sus errores contra los Colts y es el jugador ideal para hacerle big plays a los Broncos. Lo único claro es que si repiten el plan de juego del partido de temporada regular, con 40 intentos de pase y 19 carreras, su derrota es segura.


Tampoco pueden permitir que los Broncos consigan una ventaja de dos anotaciones. Flacco tuvo éxito contra una secundaria blanda y despoblada, pero no podrá superar a la de Denver si está obligado a remontar salvo que ocurra un milagro. También sabéis que llevo toda la temporada desconfiando de su OL. En este partido podría desmoronarse con facilidad. De hecho, ya sufrió muchísimo en el choque de temporada regular.

Así que la única esperanza de los Ravens pasa por un Ray Rice perfecto y por que la defensa consiga asfixiar a Manning. Yo no creo que sea capaz. Sobre todo por que este año ha tenido muchísimos problemas para defender la carrera y la agresividad podría abrirle muchas rutas a Moreno, sin contar con que Manning es especialista en sacar ventaja de esa presión. Ed Reed y compañía tendrán que multiplicarse para sobrevivir en Invesco Field.


Pronóstico: Broncos +7

Sinceramente, creo que los Broncos ganarían a los Ravens en nueve de diez enfrentamientos. Lo de menos es el resultado de su encuentro en temporada regular. Lo llamativo fue la superioridad que mostraron los de Denver en todos los aspectos del juego. Me parece imposible que los Ravens puedan darle la vuelta a la tortilla en un mes, aunque son ellos los que pueden sacar más lecciones de lo que sucedió el 16 de diciembre.

Además, Invesco Field es tradicionalmente uno de los campos más complicados en postemporada. En esta ocasión no será suficiente un baile de Ray Lewis para enardecer a sus compañeros.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl

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