Novak Djokovic, el imbatible

Tomás de Cos

Rafa Nadal es un tipo que tiende a ver siempre la botella medio llena y al que le gusta explicar el funcionamiento del ranking de la ATP recurriendo a su otra gran pasión: el fútbol. El balear piensa en sumar puntos, no en defender los del año anterior. “Yo veo el tenis como la Liga”, suele decir. “Y este año voy el diecisiete”, dijo recientemente. Atendiendo al filósofo de Manacor, el 2011 tiene un nombre muy destacado sobre el resto: Novak Djokovic.

El serbio está en un estado de forma increíble. Tan rápido como siempre, pero más resistente que nunca. Aunque con lo que marca las diferencias es con su autoconfianza. Esa fe en uno mismo, por encima de la técnica o el talento (que se presuponen en la inmensa mayoría de los tenistas profesionales, es la gran baza de los auténticos campeones. ‘Djoker’ ahora se siente poderoso. Se sabe imbatible si despliega su mejor versión. Y esa determinación le convierte en letal.

Los datos corroboran esa realidad: suma veinte triunfos desde que se proclamara campeón de la Copa Davis en diciembre. Desde entonces ha ganado tres veces a Federer y otra a Nadal, aparte de la lección que le dedicó a Murray en Melbourne. Con los títulos de Australia, Dubai e Indian Wells es el indiscutible número uno de 2011. Y por fin se impone a Nadal en una final y le supera en un partido a tres sets, remontada incluida. Ya es el nuevo nº 2 de la ATP y es fácil que este año le veamos sumar más de un ‘grande’ si sigue así.

La idea de no haber sido derrotado este año debió cruzarse por su mente en el descanso entre el primer y el segundo set. Cerró la puerta a cualquier pensamiento negativo –un duro y sólido Nadal se había impuesto en el primer parcial por 6-4- y siguió batallando seguro de sus posibilidades. Esa fortaleza mental, con la que habitualmente Rafa empequeñece a sus rivales, fue la que sorprendió al balear. En el momento que comenzó su calvario al servicio (25% de primeros en el segundo set), Nole se supo ganador.

Las pelotas que en la primera manga no corrían, comenzaron a volar y el combate cambió de dominador. Nadal dio un obligado paso atrás para defenderse y el serbio se fue adueñando de la pista. Hasta los intercambios más largos fueron cayendo del lado del balcánico, que volvió a erigirse como un gran especialista en emboscadas. Una tempranera rotura en el quinto juego (2-3), y la confirmación en el siguiente (2-4), le devolvieron la sonrisa al de Belgrado, que acabaría equilibrando el marcador (3-6). ‘Djoker’ en estado puro. El serbio mostró además madurez para lidiar con algunos errores puntuales.

Para el tercer set, los ataques en paralelo de Nole resultaban incontestables. Nadal bastante tenía con aguantarse a sí mismo (y su rebote), por no haber sabido cerrar un partido que tenía controlado, y tratar de no perderle la cara al partido. Fueron los minutos más duros. Djokovic le endosó un parcial de seis juegos a cero (del 3-4 en el segundo set al 3-6 y 0-4) y Nadal ya no levantó cabeza. Su servicio dio muchas opciones a un rival enchufado (el mismo que había aplastado a Golubev, Gulbis, Troicki y Gasquet entre semana), y no encontró alternativas. El mejor gestor mundial de malos momentos hizo agua y sólo opuso la casta y el coraje de siempre. Pero sin plan B. En esta ocasión Djokovic le ganó a Nadal la partida mental. Un triunfo que le permite seguir creciendocon este nuevo estirón.

Sin embargo, sólo es un partido perdido. Nadal sale del desierto californiano reforzado por la final alcanzada, con más puntos y con la lección bien aprendida. Que a nadie le quepa duda. Ahora llega Miami y después la tierra batida. Seguir queriendo ser un poco mejor cada día sigue siendo la receta ganadora. Tenemos número uno para rato.

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