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No debería haber límite a los entrenamientos

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Otra jornada lluviosa en Jerez y otro inconveniente serio para las escuderías. Con tan pocas jornadas de test durante la pretemporada, cada día perdido es un pesado lastre para el desarrollo de los monoplazas. El trabajo teórico de los ingenieros y de los pilotos en el simulador es una buena referencia, pero que debe contrastarse sobre el terreno, con el coche en la pista. Para 2010 hay autorizados poco más de quince de días de entrenamientos, pero este crudo invierno que estamos sufriendo en España no entraba en los planes de casi nadie y los técnicos ven como el tiempo pasa, el inicio del Mundial se acerca y todavía les queda mucha faena por delante. Por supuesto que no se pueden depurar responsabilidades porque esto es imprevisible, lo que no quita para que el prejuicio resulte indiscutible.

Nunca he estado a favor de las limitaciones a los entrenamientos, ni siquiera cuando pudieran resultar justificadas en tiempos de crisis como los que vivimos. Creo que es positivo poner ciertos límites al gasto de las escuderías para que la brecha entre las poderosas y las demás no se convierta en brutal, pero no comparto la idea de que sean los test la partida más adecuada en la que recortar. La igualdad es la antítesis de la competición, donde siempre habrá buenos y malos (o menos buenos, si lo prefieren). Lo de no dejar trabajar a los equipos en el circuito, escenario real de su desafío, es como impedir a los futbolistas que se entrenen fuera de un gimnasio o de las charlas tácticas. Entre otras cosas, porque el efecto de esta medida tampoco será determinante. Quiero decir que los grandes lo seguirán siendo aunque prueben lo mismo que los demás, mientras que a los del segundo nivel tampoco les va nada bien lo de pasar el invierno esperando a que deje de llover para no llegar a ciegas a la primera carrera.